El diestro alicantino, Jose Maria Manzanares, sale por la puerta grande de la plaza Real tras cortar 4 orejas en la goyesca de El Puerto. / ESTEBAN
TOROS

Manzanares, triunfador absoluto de la temporada taurina de El Puerto

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Una temporada más, y van tres consecutivas, José María Manzanares se ha erigido en triunfador absoluto del ciclo portuense. Siete orejas obtenidas en dos comparecencias no pueden dejar opción alguna para la duda. Pero, sin dejar de ser destacable, no atañe a lo cuantitativo la verdadera importancia de su liderazgo sino que es en el ámbito cualitativo donde el diestro de Alicante ha vuelto a dar muestras del alto nivel de su toreo, de esa peculiar estética desbordada de hondura y profundidad que tanto cala en los tendidos. En su primera tarde obró Manzanares lo que parecía imposible: cuajar faena a un desrazado animal de Parladé, y en su segunda llevó a cabo una actuación redonda ante dos toros con movilidad y nobleza de Núñez del Cuvillo.

En el cuadro de honor de este abono hay que situar al joven Oliva Soto, que con su toreo puro y arrebatado consiguió dos apéndices de un encastado ejemplar de Buenavista. Corrida ésta muy bien presentada y en la que el mejicano Arturo Macías pagó con una tremenda cornada la valentía y la entrega mostrada durante toda la tarde. Poco fondo y transmisión ofreció el encierro de la Palmosilla, ante el que sólo pudo destacar Ponce con ese peculiar temple y plasticidad con que sabe revestir a su toreo.

La nota más desagradable del verano portuense ocurrió durante los prolegómenos de la corrida del 8 de agosto con la pretendida imposición de ciertos apoderados para que se lidiaran unos ejemplares de Zalduendo que habían sido rechazados por el equipo veterinario. Intolerable exigencia, propia de tauromaquias rancias y corruptas, que tanto daño ha hecho siempre a la fiesta y que tanto la desacreditan.

Con dos toros de Hermanos Sampedro que remendaban este encierro y que resultaron bravos y nobles, Morante de La Puebla y El Juli ofrecieron inspiradas pinceladas de sus excelsos repertorios que sólo el mal uso de la espada impidió que se transformaran en triunfos rotundos. De la joven terna de toreros provincianos y, por desgracia, poco placeados, sólo consiguió premio Jesuli de Torrecera, quien supo plantar pelea al colorado ‘Lacero’, bravo toro de Cebada Gago que recibió tres puyazos y que no dejó de embestir con codicia durante toda la lidia. Dentro del manso encierro de este hierro gaditano también destacó el encastado y exigente cárdeno que hizo tercero. De los cuatro ejemplares de Núñez del Cuvillo que se lidiaron en el último festejo mayor del ciclo destacó la nobleza del lote de Manzanares y la casta del primero de Daniel Luque, cuya actuación no resultó lo maciza que el buen animal demandaba.

Los dos festejos ecuestres se saldaron con los ya habituales regueros de trofeos, sin que ello suponga que se verificaran excepcionales exquisiteces. El descastamiento de los toros de Bohórquez y, sobre todo, de Jódar y Ruchena, impidieron mayor lucimiento.

Buenas sensaciones dejó el novillero David Galván, que salió a hombros, así como Fran Gómez, que perdió las orejas por los errores con el acero. Mientras que la mansa y peligrosa novillada de Montes de Oca, más que una oportunidad, supuso un suplicio para la inexperta terna. En ella, el banderillero ‘El Gary’ recibió una cornada muy grave que le afectó la arteria femoral.