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Tribuna

PLAYAS A LA BARBACOA; ENTRE CHIRINGUITOS Y BOTELLONAS

JOSÉ LUIS BLANCO ROMERO
SECRETARIO 1º DE LA MESA DEL PARLAMENTO DE ANDALUCÍA (PSOE)Actualizado:

El PP tiene una notable hoja de servicios en relación con el litoral de la provincia que incluye: su oposición y hostigamiento a la Ley de Costas, el intento fallido de lograr el récord mundial de las barbacoas en playa que ha degenerado en botellón cutre y cochambroso y el permanente discurso contra los parques naturales litorales (Bahía de Cádiz y Estrecho), primero en contra de su declaración y después, presentándolos como una servidumbre ambiental que limita el desarrollo económico.

Algunas perlas de lo que entienden los dirigentes del PP como la preservación de los recursos naturales y la protección medioambiental.

El Ayuntamiento de Cádiz, con la complicidad de los gobiernos de Aznar, pretendió construir un aparcamiento subterráneo con los fondos europeos destinados a la protección y regeneración de los ecosistemas litorales. Nada sorprendente si recordamos que se construyeron iglesias e instalaciones deportivas con las partidas destinadas a la reforestación de las cuencas hidrográficas.

Con lo que se gasta el Ayuntamiento de Cádiz en el dispositivo de las barbacoas podrían haberse restaurado ya el Molino de Río Arillo y las casas salineras del término municipal, dando un impulso definitivo al proyecto de ocio y turismo en los terrenos de Santibáñez y la Salina de Roqueta. Los gaditanos podrían disponer de un lugar para el paseo, la observación de aves, el deporte y el contacto con la naturaleza.

La Ley de Costas aprobada en la etapa de los gobiernos socialistas presididos por Felipe González, aunque en muchos casos ha llegado tarde para frenar muchos disparates urbanísticos, ha supuesto un avance notable en la conservación del litoral, especialmente en lo que se refiere al dominio público marítimo terrestre, sobre el que ya comienzan a plantearse la ampliación de la zona de protección a los 500 metros desde la línea que marcan las mareas máximas.

También en esta materia, como con el aborto, el divorcio, las células madres o la reproducción asistida, el PP ha hecho contrabando político oponiéndose a los avances legislativos impulsados por los gobiernos socialistas y mirando para otro lado cuando ha contado con mayoría absoluta en el parlamento. En el Parlamento de Andalucía y en los plenos municipales, especialmente de Tarifa y San Fernando, ha quedado constancia de un discurso oportunista y demagógico, que identifica la protección de los ecosistemas naturales como servidumbres, en vez de como oportunidades de futuro.

A pesar de la Ley de Costas, la especulación urbanística ha destrozado el litoral mediterráneo, alcanzando el virtuosismo de la desvergüenza con los fenómenos escandalosos de dimensiones internacionales como el gilismo en la Costa del Sol y la trama Gürtel en la Comunidad Valenciana. En la costa atlántica andaluza, aunque existe el problema generalizado de las edificaciones ilegales, la situación es muy distinta.

De los 285 kilómetros de costa con que cuenta la provincia de Cádiz, más de 100, aproximadamente un tercio, forman parte de un Parque Natural (Estrecho, Breña y Marismas del Barbate, Bahía de Cádiz, etc.), con lo que tienen un elemento añadido de protección y control, además de la mencionada Ley de Costas. Este modelo de conservación, que hemos impulsado los socialistas con la oposición del PP, nos ha permitido conservar unos ecosistemas naturales excepcionales, auténticas joyas ecológicas, como la Isla de las Palomas, las Dunas de Valdevaqueros y Bolonia, El Tómbolo de Trafalgar, las Calas de Roche, La Punta del Boquerón, El Coto de la Isleta, Los Toruños, El Trocadero, los Corrales de pesca de Rota y Chipiona, y un largo etc.

En la provincia de Huelva la situación es similar, con el Espacio Natural de Doñana, las marismas del Odiel y del Piedra y la Flecha de El Rompido como espacios litorales emblemáticos que gozan de una especial protección ambiental. La recurrente cantinela del PP sobre la conexión directa entre Sanlúcar y Matalascañas es un ejemplo más de cuáles son los planteamientos de la derecha andaluza sobre la protección del litoral.

Conservar el litoral tiene una gran importancia medioambiental por los extraordinarios ecosistemas que en dicho espacio se localizan, y supone un activo económico vital para el desarrollo económico y social, por su relación con el turismo y el ocio de los ciudadanos. Debemos abordar esta tarea desde la perspectiva del interés general en el medio y largo plazo, por encima de las coyunturas políticas y en la búsqueda del compromiso activo de los ciudadanos, porque en la misma medida que de su comportamiento se derivan la mayor parte de los problemas ambientales, de su voluntad depende la posibilidad real de resolverlos.