Para no olvidar
Actualizado: GuardarOtoño asoma ya con fuerza en el horizonte y nos obliga a pensar en el apasionante curso político que se nos avecina. Probablemente la máxima preocupación actual es la problemática económico-social que castiga el flanco más vulnerable de nuestra sociedad. Personas sin empleo obligadas a vivir de precarias prestaciones o de la caridad, pequeños empresarios arruinados, jóvenes sin salida, mujeres bien preparadas y discriminadas por razón de género, mayores que viven de una pequeña jubilación y ven cómo se les multiplican los problemas familiares, inmigrantes sin esperanza... Seguro que no hay recetas mágicas, pero sí criterios más o menos saludables sobre las líneas a seguir. Oficialmente se suspira por la vuelta al crecimiento a corto plazo, manejándose conceptos como financiación pública y privada, consumo, competitividad, productividad, investigación, nuevas tecnologías... ¿Qué se nos puede decir, por ejemplo, de los movimientos que defienden la teoría del decrecimiento? Me refiero a la utopía de tratar de organizarnos para vivir mejor con menos. ¿Y del debate sobre el anti-utilitarismo dentro de las ciencias sociales? ¿Acaso somos máquinas para vivir preguntándonos, calculadora en mano, el 'para qué' de esto o lo otro? Para qué me sirve sacar un título. Para qué casarse, o creer en Dios, o hacer un regalo o dar una bofetada a alguien... Esta forma tan interesada de actuar, persiguiendo un beneficio material inmediato de cuanto hacemos, no parece llevarnos demasiado lejos. Y no solo esto. La carga de egoísmo que implica hace cada vez mas difícil la convivencia. Preguntaría también qué hay de esas experiencias de pequeños núcleos de población que intentan vivir al margen del petróleo. En fin, buena tarea la de hacerse eco de la gente ingeniosa que, con propuestas novedosas como la 'guerra de generosidad', se saltan la ortodoxia y ponen nerviosos a los poderes fácticos, léase multinacionales.