Lejos de casa
Actualizado:Es lo que tienen las vacaciones. Desconecta uno de sus actividades habituales, se aleja de su pueblo apenas unos días, y la actualidad local se difumina. No hace falta marcharse al extranjero, ni estar a muchos kilómetros de distancia: sucede aunque se esté en Chipiona o en Los Caños. Pero es más evidente si se visita otra comunidad u otro país.
Los periódicos locales son similares en cualquier sitio: hablan de calles con socavones, de problemas en la recogida de basuras o en el transporte público, de políticas particulares, a veces de un macabro suceso de ámbito municipal, y siempre de obituarios (la sección de esquelas es la más estable vayas donde vayas). Los periódicos locales son, en definitiva, de gran interés para quienes viven en un pueblo en concreto, pero de ninguno para el visitante, como no sea que las noticias tengan tintes morbosos o que el forastero esté elaborando un estudio antropológico. Uno hojea La Voz de Cochabamba, por decir algo, mientras desayuna en el bar (eso tampoco cambia en ningún sitio), y se da cuenta de que las menudencias del día a día son del mismo calibre, pero que no te dicen nada si no conoces a los protagonistas.
Queda la alternativa de consultar la prensa de tu pueblo por Internet. Pero hace raro, causa una sensación incómoda de falta de integración, y seguro que el recepcionista que te vende el bono de media hora acaba pensando para sus adentros que eres un chauvinista.
Así que vuelves de otro país o de otra ciudad y necesitas darte un baño de cotidianidad, y buscas a los amigos para ponerte al día de los mil sucesos nimios, de los rumores y los cotilleos, para interesarte por cómo anda el panorama político y jerezanear a fondo. «Ni que hubieses estado en la luna», te dicen. Pues no sé, no sé.