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ESPAÑA

Los mediadores se quedan con la mitad del rescate

El Gobierno pagó 7,6 millones, de los que buena parte terminaron en manos de intermediarios de Malí, Mauritania y Burkina

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

No menos de 7,6 millones de euros. Ese ha sido el coste del rescate de los tres cooperantes catalanes secuestrados por Al-Qaida, según coinciden en señalar fuentes diplomáticas, militares y de las fuerzas de seguridad españolas. Pero ni mucho menos todo ese dinero, abonado en dos pagos en metálico, ha llegado a manos de los terroristas.

Más de la mitad ha acabado en los bolsillos de los mediadores mauritanos, malienses y de Burkina Faso, cuya participación, imprescindible en las negociaciones, se convirtió también en un escollo en los últimas semanas, cuando parte del dinero acabó 'distraído' por el camino al desierto. A esa cantidad hay que sumar el dinero que Mauritania ha recibido o recibirá por acceder a la extradición a Malí de uno de los autores materiales del secuestro y cuya cuantía no quieren precisar las fuentes consultadas.

Una vez confirmada la liberación Albert Vilalta y Roque Pascual, los responsables de la operación se atreven a desvelar algunos de los detalles. El cuartel general de los negociadores españoles se estableció a los pocos días del secuestro en la embajada española en Nouakchott, la capital mauritana y única legación nacional en el Sahel. Los funcionarios allí desplazados supieron en enero que el primer rescate exigido por la célula de AQMI de Mojtar Ben Mojtar era de diez millones de dólares. La cifra enseguida comenzó a negociarse. La persona clave en las conversaciones fue el mauritano Mustafa Ould Liman Chafi, consejero del presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré.

En febrero, Chafi consiguió convencer a los secuestradores para rebajar el rescate total a algo menos de 5,9 millones de euros a pagar en dos fases. El acuerdo de Chafi con Mojtar era que, tras el primer pago, Alicia Gámez sería liberada. El mediador pidió 4,1 millones de euros a los funcionarios españoles, que entregaron en dólares esa cantidad. Gámez quedó en libertad el 10 de marzo. Pero la operación no había sido tan fácil. Los negociadores españoles pensaban que con un nuevo pago de 1,8 millones de euros -el resto del rescate- el asunto quedaría zanjado. Nada más lejos de la realidad. A manos del AQMI sólo habían llegado entre 1,6 y 2 millones de euros. El resto se había quedado en los bolsillos de los mediadores de los tres países implicados.

A principios de verano Chafi hizo saber a los enviados españoles que, tras la desaparición de parte del dinero hacía falta abonar otra cantidad cercana a los 3,5 millones de euros y que había una nueva exigencia: la liberación del maliense 'Omar Saharaui', el mercenario al que Mojtar había encargado el secuestro de los cooperantes en Mauritania y que había sido detenido en ese mismo país en febrero.

Un favor

La situación se complicaba. España había apostado por la mediación de Chafi, un conocido opositor al régimen de Mauritania y ahora hacía falta un favor de Mauritania. Los primeros contactos con el régimen de Nouakchott fueron desalentadores. El Gobierno de Mohamed Abdelaziz no quería ni oír hablar de poner en libertad a 'Omar Saharaui', para entonces condenado a 12 años de cárcel.

Los oídos de Mauritania se volvieron por fin receptivos a las peticiones españolas cuando empezó a hablarse de dinero y apareció en escena este agosto otro mediador: Mohamed Boumatou, un conocido hombre de negocios mauritano, amigo personal de Abdelaziz. El dinero que se ha quedado en Nouakchott en la última fase de la operación es una incógnita para la mayoría de los negociadores, que solo conocen el resultado de esas gestiones: el 11 de agosto, la justicia de Nouakchott confirmó la condena para 'Omar Saharaui' (paso imprescindible para la entrega a Malí) y el 16 de agosto fue enviado a Bamako.

Cumplida esta condición, la pasada semana volvió a aparecer en escena Chafi para viajar al norte de Malí con el maletín lleno de dólares. El intermediario entregó el dinero a Mojtar a última hora del sábado en algún punto de la región de Kidal fijado por coordenadas de GPS. El resto de la historia ya es conocida.