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Los partidos australianos se disputan a los independientes

La candidata laborista intenta formar la primera coalición en 70 años para seguir al frente del Gobierno

LOURDES GÓMEZ
LONDRES.Actualizado:

El Partido Verde y los diputados independientes controlan la llave del próximo Gobierno australiano ante el fracaso de las dos principales fuerzas políticas en alcanzar la mayoría parlamentaria en las elecciones del sábado pasado. El Partido Laborista, dirigido por la todavía primera ministra Julia Gillard, y la coalición conservadora de Tony Abbott avanzan en posiciones similares y sin ninguna posibilidad de lograr los 76 escaños necesarios para cantar victoria.

Ambos líderes establecieron ayer contactos con los representantes minoritarios en la Cámara baja con vistas a un eventual acuerdo que garantice la estabilidad institucional. El parlamentario de un distrito rural, Tony Windsor, no descartó la posibilidad de una nueva convocatoria electoral como única vía para resolver la crisis. Es la primera vez en siete décadas que no se produce una clara mayoría en comicios federales, de voto obligatorio para todos los registrados.

El sufragio por correo será decisivo. El último recuento oficial colocaba en cabeza, con 71 escaños, a la alianza entre los partidos Liberal y Nacional, seguidos de los laboristas, con 70. La balanza se inclinaba en signo contrario en la distribución de votos: 50,67% para el partido de Gillard; 49,33%, para la coalición de centroderecha. Abbott reclamaba, sin embargo, la victoria moral avalado por la ventaja de unos 500.000 votos preferentes cosechados por su formación frente al partido gubernamental.

La cadena de televisión ABC proyecta un resultado final de 73 diputados conservadores, 72 laboristas, uno por el Partido Verde y cuatro independientes. Es la primera vez que la formación ecologista adquiere representación en la Cámara baja del Parlamento y detenta además la balanza de poder en el Senado, con nueve escaños.

Los Verdes se atrajeron el apoyo de una importante sección del electorado frustrado por la actuación del Gobierno en iniciativas enfocadas a mitigar el cambio climático. Dos polémicos proyectos para crear un mercado de emisiones de carbono e imponer un alta tasa fiscal a la industria minera hundieron la popularidad del anterior primer ministro laborista, Kevin Rudd, y su sustitución por Gillard en un golpe de mando interno, el pasado mes de junio. Ambas medidas dominarán probablemente la negociación entre laboristas y verdes para sellar un viable pacto de gobierno.

Ex agente de inteligencia

Los laboristas también confían en la ayuda de un candidato independiente, Andrew Wilkie, que parece encaminado a hacerse con un escaño parlamentario en Tasmania. Wilkie es un ex agente de inteligencia que criticó abiertamente el envío de tropas australianas a Irak.

Por otro lado, un trío de diputados conservadores han dado ya pasos para negociar juntos con los partidos mayoritarios. Los tres son antiguos miembros del Partido Nacional y parecen ideológicamente inclinados a apoyar un gobierno de centroderecha. Abbott les hará la corte en los próximos días, al tiempo que ya ha advertido de que un gobierno laborista «estará crónicamente dividido y será disfuncional».