Aznar se planta en Melilla sin contar con el PP y a espaldas del Gobierno
Denuncia la «dejadez» de Zapatero y Blanco replica que es un «desleal» con España
MELILLA / MADRID.Actualizado:El ex presidente del Gobierno José María Aznar se plantó ayer en Melilla en una visita por sorpresa de la que no avisó al Gobierno y para la que tampoco contó con su partido, a cuyo líder se limitó a informar por teléfono de sus planes la víspera. El PP no había solicitado su intervención dentro de la estrategia que mantiene de denuncia de la, a su juicio, inacción del Ejecutivo en la resolución del conflicto fronterizo que desde hace semanas enturbia las relaciones de España y Marruecos.
El paseo de Aznar por la frontera causó un indisimulado malestar en el Gobierno, que lo calificó de «deslealtad», pero tampoco despertó el entusiasmo en el PP, pues eclipsó el impacto político del único acto en el que Mariano Rajoy tenía previsto participar en su mes de vacaciones, la reunión del Comité de Dirección celebrado ayer. La presencia de Aznar en Melilla, además, puso aún más en evidencia que el líder de la oposición no quiso mojarse y delegó la representación de su partido en su visita de solidaridad a Melilla en un segundo espada como el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons.
Aznar aterrizó sobre las 10.50 horas en el aeropuerto de Melilla en un vuelo privado, donde fue recibido por el presidente de la ciudad autónoma, el popular Juan José Imbroda. La comitiva se desplazó de inmediato al puesto fronterizo de Beni Enzar, el punto caliente de la crisis y donde los marroquíes denuncian actuaciones «racistas» de los policías españoles hacia los transeúntes del país vecino, y donde colgaban, pues fueron retirados ayer mismo, los carteles vejatorios contra las agentes femeninas hispanas.
El ex presidente, desoyendo los consejos del Ministerio del Interior, que el martes pidió y logró que González Pons no visitase el citado puesto para evitar nuevas tensiones en unas negociaciones diplomáticas que asegura que están ya encauzadas, realizó una visita pública al puesto de control español, se entrevistó con mandos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional y completó el acto con una recorrido por el perímetro fronterizo, desde el que se puede observar la polémica «tierra de nadie», ocupada desde hace años por policías y ciudadanos marroquíes.
«Esto se va a arreglar»
Aznar completó su estancia de cinco horas con un desayuno, un paseo por el centro urbano, en el que fue muy jaleado por los melillenses, y una entrevista con Imbroda, antes de comparecer ante los medios de comunicación en el Salón Dorado del Palacio de la Asamblea. En una declaración sin preguntas, dijo que no estaba en Melilla para «criticar», pero denunció que la ciudad norteafricana «vive entre el acoso y la dejadez», de lo que culpó a José Luis Rodríguez Zapatero, a quien reclamó una política «seria y decidida» en defensa de la españolidad de Melilla y de los agentes que custodian la frontera.
La indignación del Gobierno fue mucha y se encargó de exteriorizarla el ministro de Fomento, José Blanco, quien aprovechó una confererencia de prensa con la vicepresidenta Elena Salgado para asegurar que no conocía a «ningún ex presidente de ningún país que sin consentimiento de su Gobierno» se inmiscuya en la política exterior de su país durante una crisis con un país vecino.
El gesto de Aznar es, según Blanco, una «muestra de deslealtad» no solo hacia el Gobierno sino hacia España. El ministro no se explicaba por qué Aznar había ido ahora a Melilla, cuando «él sabe que no ayuda» a resolver el conflicto y después de no haber visitado la ciudad norteafricana en sus ocho años de presidente, salvo para mítines electorales. Pese a todo, y en posible referencia al viaje del próximo lunes a Rabat del ministro del Interior, afirmó que «esto [la crisis] se va arreglar de forma inmediata a pesar del PP, de Pons, de Rajoy y del que faltaba ahora, Aznar».
El PSOE no fue más diplomático y en un comunicado calificó la visita de «enorme irresponsabilidad» que busca «magnificar» los incidentes fronterizos y que tiene como objetivo «echar una mano al cuello» del Gobierno.
La secretaria general del PP, Dolores Cospedal, vio cómo la rueda de prensa prevista para hablar de la intervención de Rajoy ante el Comité de Dirección del partido se quedó reducida a un alud de preguntas sobre el revuelo causado por el viaje de Aznar. Pese a dejar claro que se trató de un viaje «privado», no pedido y del que el PP no tuvo noticia hasta el último momento, señaló que es una visita «lógica» y rechazó que ponga en evidencia a Rajoy. «Solo deja en evidencia a quienes no han ido a Melilla: Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Miguel Ángel Moratinos» como titulares de Interior y Exteriores, aclaró. La número dos del partido opositor anunció que su partido ha pedido la comparecencia de ambos ministros en el Congreso para que expliquen sus gestiones en esta última crisis con Rabat.
Cospedal, de todos modos, insistió en la defensa cerrada de Aznar y dijo en respuesta al Gobierno que visitar un territorio español «nunca es una provocación», que no hay problema en ir a un puesto policial porque «hasta la frontera es España» y dio a entender que la visita de Aznar y Pons no estará sucedida por otra de Rajoy.
Mantuvo que el Gobierno es el culpable del agravamiento de un conflicto que es «consecuencia de la extrema debilidad de Zapatero y de su política exterior de constantes cesiones», e insistió en que el Ejecutivo «no hace absolutamente nada», ni realiza gestiones para evitar fricciones en la frontera o la ocupación de la «tierra de nadie» ni acude a Melilla a apoyar a los agentes, los ciudadanos y sus gobernantes, que se siente «desasistidos».