Super Gómez
«El secretario general del PSM se ha atrevido a desafiar a la poderosa burocracia central de un partido político»
Actualizado:Ha nacido un superhéroe. Dicen que es capaz de levantar 100 kg sobre el pecho y 50 kg con un solo brazo. Dicen que apenas tiene un 6% de grasa corporal. Pero, sobre todo, nos consta que se ha atrevido a desafiar a la poderosa burocracia central de un partido político español, esa maquinaria implacable cuya principal función consiste en triturar disidentes y perpetuar el culto al líder inmarcesible, incluso más allá del momento en que el gran conductor empieza a oler a descompuesto.
La existencia y la formidable puesta a punto de ese artefacto explica que en nuestro panorama político proliferen de modo tan alarmante los líderes supervivientes a su amortización popular. Temen los partidarios y aseveran los rivales que tal es la si-tuación de quienes hoy por hoy aparecen como cabeza de cartel de los dos partidos que pueden alcanzar el gobierno de la na-ción. Pero si uno se pasea por ayuntamientos y comunidades autónomas, puede hallar muchos más ejemplos. Dirigentes ago-tados, fallidos o incluso descalabrados, que siguen compareciendo ante los electores para encarnar un futuro que ya no representan, y eludiendo así su natural destino; ya sea la vuelta a la vida civil (en el caso de los pocos que la tuvieron antes de ser elegidos), el retiro (dorado o no) o el banquillo judicial.
El milagro que procura su subsistencia y que les permite hacerse nuevas fotos electorales cada cuatro años es ese invento temible, el aparato, al que nuestro superhéroe ha plantado cara sin despeinarse, después de recibir una de esas ofertas al estilo Corleone que no debería haber podido rechazar. El aparato, y el líder consustanciado con él, no lo querían en la carrera electoral por la Comunidad de Madrid, pero en lugar de plegarse a sus deseos, como exigía el guión, Tomás Gómez, el alcalde valiente, ha hecho saber que piensa dar la batalla. No en vano se forjó en la periférica Parla, una ciudad postergada que él supo poner en primera fila, y a la que sigue muy vinculado. Desde su reducto al sur del sur, con el río Manzanares de por medio, apunta su rayo láser a Sol y a Ferraz. Hasta el infinito y más allá.
Frente a quienes quieren imponer a la paracaidista sacada del ordenador de los peritos en mercadotecnia electoral, a despecho de su pobre hoja de servicios en el crudo frente madrileño, Gómez reclama su derecho de jefe local y de zapador que lleva años pateando el terreno. Suena cargado de sentido común, ese que en política se sacrifica a consideraciones cada vez más banales y estrambóticas. Es de suponer que no tiene ninguna oportunidad, contra la máquina que ya afila sus cuchillas para hacerle picadillo. Pero con su gesto Súper Gómez ha abierto una esperanza. Y si no tiene prisa ni se deja abatir, todo es posible. Por lo pronto, cada día que pasa es menos desconocido.