Rotundo éxito de Padilla en su encerrona de Sanlúcar
Cortó nueve orejas a toros de distintas ganaderías tras desplegar su variado y luminoso repertorio
SANLÚCAR.Actualizado:Juan José Padilla solventó con un rotundo éxito su encerrona con seis toros en la plaza de Sanlúcar. Corto nueve orejas y desplegó en todos los tercios la amplia gama de su variado repertorio. Variado y alegre con el capote, se prodigó en largas cambiadas y no perdonó un quite a ninguno de sus enemigos, solvente y espectacular en banderilla; y entregado y dominador con la muleta. Manejó con gran precisión la espada, hasta el punto de que sólo el tercero y el sexto toro necesitaron un segundo encuentro para estoquearlo.
Se inició la corrida con la esperada irrupción en el ruedo del toro de Mihura, legendaria divisa que después de tantos años retornaba al coso de El Pino. Pero el animal agalagado, huesudo y vareado, tan característico de esta ganadería presentó una invalidez tan manifiesta que hubo de ser devuelto.
Salió en su lugar un sobrero de Salvador Domecq al que Padilla recibió con enjundiosa verónica y con un airoso galleo por chicuelinas. Fue un toro noble y repetidor, de pronta y alegre embestida en los primeros tercios, pero al que le falto vibración y transmisión en el último. Desarrolló el jerezano una faena voluntariosa por ambos pitones que resolvió en su epílogo con agitados martinetes y desplantes.
Se ajustó en los lances al delantal al segundo de la tarde, ejemplar de corta embestida y que acometió con la cara alta desde su aparición en el ruedo. Se lució Padilla en un quite luminoso por faroles abrochados con revolera. Tras lucirse en banderilla inició el trasteo sentado en el estribo. Pero ante la extrema sosería del animal Padilla tuvo de optar por un toreo de cercanías, muy del agrado del público.
Gran conmoción inundó la plaza cuando apareció en el ruedo el victorino de cornamenta veleta, playera, y astipina, de impresionate arboladura, al que el jerezano saludó con larga cambiada y decididas verónicas. El toro empujó con fuerza en las dos varas que tomó y derrochó movilidad y transmisión durante toda su lidia. Animal con seriedad y emoción con el que Padilla consiguió algunos naturales sueltos de estimable mérito.
Con la montera puesta, la muleta blanca y sentado en una silla, como instantánea extraídas de un añejo daguerrotipo, dio Padilla los primeros pases a un bravo Fuente Ymbro que pronto apretaría hacia los adentros. Cerró la tarde Juan José en un derroche de voluntad y buen hacer ante un encastado Torrestrella que pronto se vino a menos y un desrasado y sin fuerza ejemplar de Gavira.