La mirada reveladora
La fotografía de Curro Rodríguez muestra el lado oculto de lo cotidiano
CHIPIONA.Actualizado:Chipiona se queda a oscuras. El rumor propio de la sorpresa se eleva desde los veladores que cubren las aceras del centro. Una olla exprés de mesas y vasos y tapas y camareros que vuelan y gente y más gente concentrada en la rutina propia del veraneo. «¡Será por velas en esta casa!» El enorme candil de forja apenas despide la luz tenue de dos mariposas pequeñitas. Los rasgos se dilatan, asfixia la humedad y crece el bullicio de la calle. Como si la intimidad de la penumbra causara pudor y obligara a gritar para verse mejor.
Sombra maúlla bajito para advertirle a su dueño que no está dispuesta a participar en ninguna aquelarre. Por si acaso. Porque en la opacidad de la azotea nada es lo que parece, pero todo parece lo que es. Quizás como en la vida misma, como en los retazos de realidad que Curro le birla cada vez que enfoca el objetivo. Él es la obsesión por el poder de los objetos, por la creación de visiones insólitas dentro de lo cotidiano, que inducen al despiste y que provocan estupor, o agobio, o placer, o inquietud, o erotismo o calma... «Me gusta crear esas imágenes que surgen en mi cabeza. A veces te sale lo que quieres y otras no. Hay que practicar mucho y trabajar para conseguir esa composición distinta que traslade la idea o la sensación. Y comprobar después las reacciones de los demás». La evolución de Curro Rodríguez en la faceta artística de la fotografía le ha despegado rápidamente de los conceptos convencionales con un estilo muy personal que ha conectado con el público.
Buscar el instante
Un punto de partida para este joven «aprendiz de fotógrafo», como el mismo se autodenomina, que promete trabajos muy interesantes. «La cámara siempre viene conmigo. Hay que captar el instante, pero también hay que buscarlo. Sólo así aprendemos a ver». Nueva York, París, Florencia, Barcelona, Granada, Canarias, Chipiona... Con su cámara en ristre ha gastado sulas sin importarle el dónde ni el cómo. «En mi pueblo hay miles y miles de rincones que tienen una foto. Y todos podemos hacerlas, pero yo pienso que los fotógrafos han de tener capacidad para ver las cosas más allá de lo que aparentan y de encontrarles un sentido. Y que cada cual, al observar esa escena, le encuentre el suyo. Yo quiero conseguir eso». Y vaya si lo consigue. De sus dos últimas exposiciones, con 58 fotos en total, sólo le quedaron siete. El resto, vendido. Y eso, en estos tiempos, es casi una proeza. El cazador de luz recibe muchas propuestas de trabajo en su dirección de correo electrónico arother3@gmail.com.
«La mediocridad se la pone cada uno. Todos tenemos algo especial, pero hay que querer sacarlo. Y eso cuesta. Con la fotografía pasa lo mismo, hay que saber ver a la persona que tienes delante». Su pasión por compartir su propio universo con los demás sólo es comparable a la que le provocan sus musas: su amiga Cristina Junquero, la actriz Mercedes Rivera, y la cantaora granadina Estrella Morente.