«No soy glamuroso, vengo de la calle»
«La fama es una consecuencia, no un fin como en 'Operación Triunfo'», asegura el cantante catalán Macaco Músico
Actualizado: GuardarSus documentos dicen que se llama Daniel Carbonell, barcelonés del 71, pero su madre inició muy pronto la saga de apodos simiescos: de crío le llamaba 'Mico', por lo inquieto. Luego fue 'Mono Loco' y ahora responde ya por 'Macaco', el nombre del proyecto musical que le ha llevado al éxito.
-¿Es cierto que en casa de sus padres se escuchaba mucha música?
-De todo. De mi viejo me gustaba mucho 'Tutu', de Miles Davis. También había discos de Peret, de Herbie Hancock, los Beatles, Marley... Mi padre era batería de jazz y mi madre, cantante: en las versiones en castellano de 'Mary Poppins' y 'Sonrisas y lágrimas', la que canta es mi vieja.
-Así cualquiera, ¿no?
-Tuve mucha suerte. Es como el que no le enseñan a escribir pero tiene una buena biblioteca en su casa.
-¿Hay algún estilo que nunca tocaría?
-Muchísimos. Con esto de los mestizajes, que es una etiqueta que puso un señor, se ha confundido todo: parece que tienes que tocar de todo, pero no tengo ni puta idea de muchos estilos y no me atrevería ni a rozarlos.
-Empezó tocando en la calle. ¿Una buena escuela?
-Te deja muy claro de dónde vienes y te da unas tablas increíbles. Tienes que buscarte la vida muy rápido porque la gente pasa de ti.
-¿Cuál es el mejor público callejero?
-Los guiris y las madres. Con un guiri, haces algo un poco más español y a lo mejor te suelta un billete. Y las madres te veían muy delgado y pensaban que podrías ser su hijo, así que te echaban una moneda para comer.
-Usted suele defender la vida en presente. ¿Nunca hace planes?
-Tengo que hacerlos por cojones. Te cuento mi plan: gira hasta noviembre, disco para celebrar los diez años en diciembre, promo, disco en Sudamérica, gira por allí...
-¡Adiós a la libertad!
-La vida tiene esas contradicciones, pero intento disfrutar del proceso.
-¿Soñaba con este éxito cuando tocaba en la calle?
-Con eso hay mucha confusión por culpa de programas absurdos como 'Operación Triunfo'. La fama es una consecuencia de tu trabajo, no un fin.
-Se ha hecho muy colega de Javier Bardem. ¡Con el miedo que nos da a los periodistas!
-Seguro que con los periodistas también es encantador, pero no con los carroñeros. ¡Yo tampoco sería muy simpático! De la gente que ha colaborado conmigo, es el que más interés ha puesto. Un caballero supersimpático y una risa de tío. Lo que pasa es que se la pela el rollo del corazón.
-A usted también le empieza a afectar. El otro día le vi en una revista. ¡Desnudo!
-El problema que tienen conmigo es que soy un punky. No soy Jesucristo, ni Gandhi: pondré una mejilla, pero no la otra, y si un día me tocan un poco los cojones a lo mejor se tragan la cámara. Yo no soy glamuroso, vengo de la calle. He sido nudista toda la vida y no voy a cambiar: si tienen ganas de verme la picha, allá ellos.
-Tiene que dar una sensación un poco rara ese interés...
-El periodismo es una profesión increíble: yo os admiro y mi hermana es periodista. Pero es muy triste esa gente que va a provocarte.
-Con el Mundial y el Estatut, mucha gente ha sacado banderas. ¿Cómo lleva esa mezcla de colores en la calle?
-Yo me considero universal. Soy muy de Barcelona, me encanta la Barceloneta, pero también me gusta mucho Madrid. A veces las banderas encajonan: si son para levantar algo y compartirlo, me merecen más respeto, pero a veces son para clavarlas en el corazón, y eso me da grimilla.