Ministros y ministras
De los 16 cargos nombrados en 2004 apenas siguen cuatro sentándose en la Sala de Consejos
Actualizado: GuardarUna de las (pocas) cosas en las que Zapatero ha sido fiel a sus primitivos propósitos ha resultado ser la estricta paridad en la composición del Gobierno. Transcurridos más de seis años desde que en abril de 2004 la pusiera en obra, parece apropiado indagar qué resultados registra esa política en términos de cómo ha cambiado la percepción del desempeño de ministros y ministras desde entonces hasta ahora. Nos servimos para ello de los barómetros del CIS y comparamos la notoriedad y la valoración de ministros y ministras en el arranque del primer Gobierno de Zapatero (abril de 2004) y en el último dato recogido (julio de 2010).
Lo cierto es que la comparación tiene un claro límite debido a lo mucho que ha movido el banquillo el presidente. De los 16 ministros (ahora son 17) nombrados en 2004, apenas cuatro siguen sentándose los viernes en la Sala de Consejos: tres mujeres (De la Vega, Salgado y Espinosa) y sólo un hombre (Moratinos). Primera pista: la volubilidad en los afectos de Zapatero es más intensa con los chicos que con las chicas.
Cuando arranca la paridad, los ministros registraban una notoriedad media superior en un 73% a las ministras: unos y otras eran conocidos por el 41,5 y 24% de los entrevistados, respectivamente. Hoy, con una notoriedad mucho más alta de ministros y ministras (71,6 y 65,5% respectivamente), las diferencias se reducen al 9%. Lógicamente, el hecho de que haya habido mucha más continuidad femenina que masculina incide en los resultados de la comparación, pero no mucho: Elena Espinosa, después de todo este tiempo, sigue siendo uno de los miembros ('miembras') menos conocidos del gabinete.
En cambio, en la valoración no se registra una dinámica parecida. Si en 2004, los ministros, con una valoración media de 5,9 (sobre 10) aventajaban a las ministras en 2 décimas (5,7), ahora esa ventaja se mantiene, eso sí, con una media de 3,7 los ministros y 3,5 las ministras. Podemos decir que el tsunami político ha desarbolado a unos y otras con encomiable ecuanimidad.
Sin embargo, cuando examinamos las valoraciones que respectivamente otorgan mujeres y hombres, sí encontramos alguna diferencia. Las mujeres valoran, en media, a las ministras dos décimas por encima de cómo lo hacen los hombres y respecto a los ministros se da el fenómeno simétricamente opuesto, ya que los hombres los valoran dos décimas por encima de las mujeres.
Pocas nueces, por tanto, para tanto ruido. La paridad parece haber dotado de mayor visibilidad a las mujeres en el primer escalón de la política, pero no necesariamente esa visibilidad se ha traducido en mayor aprecio. Bien es cierto que quien más sufre en su imagen el deterioro del tiempo es el propio inspirador de la paridad gubernamental: su valoración era de 6,6 cuando formó el Gobierno y es ahora de 3,4.