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Un vendedor de frutas y hortalizas charla con un cliente en el municipio colombiano de Calarca. :: AP
MUNDO

Bogotá y Caracas entran en razón

La reconciliación sellada por Santos y Chávez se apoya en las sólidas relaciones entre dos vecinos que se necesitan económicamente

MILAGROS L. DE GUEREÑO
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Esta semana el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su homólogo venezolano, Hugo Chávez, acordaron enterrar el hacha de guerra y sentar las bases para una fraternidad «permanente». Tras años de imprevisibles tensiones, los profundos lazos entre ambos países pueden haber logrado reconducir una situación que en ocasiones ha bordeado el abismo.

Los ciudadanos de ambas naciones comparten 2.219 kilómetros de frontera, los mismos colores en su bandera, tradiciones e idiosincrasia. También han sido objeto de años de tensión por los encontronazos entre el polémico líder bolivariano y el no menos cuestionado ex mandatario Álvaro Uribe por culpa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La captura de Rodrigo Granda, el llamado canciller de las FARC, por agentes colombianos en Caracas en 2005 abrió la racha de desencuentros. Todo se complicó cuando Uribe impidió a Chávez que continuara mediando con la guerrilla para liberar secuestrados porque se saltó los cauces establecidos y se comunicó directamente con el alto mando colombiano. Atizó más el fuego el bombardeo al campamento guerrillero en la frontera de Ecuador. Desde entonces, los insultos crecieron. De ellos no se libró el actual mandatario, Juan Manuel Santos, entonces ministro de Defensa de Colombia.

Los desencuentros se hicieron aún más patentes tras el acuerdo para que Estados Unidos utilizara siete bases colombianas. Chávez activó todas las alarmas y convocó a «prepararse para la guerra». El incendio dialéctico arreció el año pasado, cuando Uribe lo acusó de proteger a la guerrilla. El líder bolivariano lo negó, pero los datos revelan un 50% de aumento de los secuestros en su territorio durante los dos últimos años.

En 2009, el jefe de Estado venezolano congeló las relaciones comerciales y sacó a su embajador de Bogotá. Los empresarios colombianos sufrieron las consecuencias. Los camiones no pudieron atravesar la frontera durante semanas. La comida se pudría. Mientras, en Caracas, algunos alimentos de primera necesidad empezaron a escasear y el desabastecimiento comenzó a ser preocupante.

Los índices binacionales marcaban el «descalabro», según señaló Daniel Montealegre, presidente de la directiva de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana (Cavecol). El intercambio comercial de 2008 fue de 5.709 millones de euros, un 11% más que en 2007. De ellos, 4.772 millones de euros fueron de exportaciones colombianas a Venezuela.

Sin embargo, la crisis diplomática de 2009 redujo las cifras dramáticamente. Concretamente la balanza fue de 3.615 millones, un 37% menos que el año anterior. El primer trimestre de ese año no pudo ser peor. Los intercambios cayeron un 70% respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.

Los empresarios colombianos, pese a los intentos de diversificación de mercados, necesitan seguir vendiendo a los vecinos venezolanos. De hecho, una de las máximas exigencias para pasar página es que Caracas cumpla sus compromisos y pague los 625 millones de euros que adeuda a productores y exportadores de Bogotá.

Relaciones diplomáticas

Con este panorama, no sorprende el restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Desde un punto de vista político también resulta ventajoso para unos gobiernos que habían trabajado previamente por la integración regional. El presidente de Venezuela se comprometió a luchar contra las FARC, a las que pidió que dejaran las armas.

Algunos analistas han visto los rifirrafes como maniobras de distracción tanto de Chávez como de Uribe. Se preguntan por qué el ex presidente colombiano interpuso una denuncia en La Haya un par de días antes de dejar el poder y por qué su antagonista rompió relaciones el pasado 22 de julio.