Kolia Pemán se ha ido….
Actualizado: GuardarMadrugada del 15 de Agosto de 2010, un bip de mi móvil delata la entrada de un mensaje: es Dávide, me dice escuetamente que Kolia se ha ido. Lo primero que acude a mi mente es el título de una vieja canción de Billy Joel: “Only the good die young” y sin acordarme del resto de la letra opino que es del todo cierto. Contraviniendo una de las reglas elementales del periodismo que dice que los obituarios se preparan con antelación, sólo ahora me atrevo a teclear estas líneas pero es que, en mi fuero interno y después de tanta lucha, no me resignaba a este prematuro final.
Conocí a Kolia hace varios veranos en el jardín de sus suegros (imprescindibles en esta horrible espera) donde se celebraba el cumpleaños de una de sus sobrinas; me lo presentaron mientras él, tirando de una bolsa repleta de palos de golf de la que además colgaban varias raquetas de tenis, se dirigía sonriente, como siempre, hacia la Casa Grande a pasar una tarde “entretenida”. Vaya deportista! pensé mientras me encaminaba ociosamente hacia la mesa preparada para la merienda infantil.
Posteriormente y a lo largo de estos años, me he dado cuenta de que no sólo era un gran deportista; la celebración de sus cuarenta cumpleaños fue una buena muestra de que era una magnífica persona y un excelente compañero: creo que ninguno de sus amigos y familiares, por lejos que estuvieran, faltó y todos, aún hoy, recordamos esa fiesta con muchísimo cariño. Tocado ya por la enfermedad, continuó dando muestras de su humanidad y valor; hasta hace unos meses no nos han faltado sus paseos por “sus pistas” de tenis saludando cariñosamente a todos y prometiéndonos curarse pronto.
Desde mi doble condición de amiga y vecina, que tan a gala llevo, me atrevo a desvelar su único defecto: en su habitual despiste, una noche en la que Ana había ido al cine, llama a mi puerta diciendo que no tiene cena para los niños y pidiéndome… un huevo!; lo despaché con media docena y con un “pero hombre Kolia, que sois tres!!!”. En medio de esta infinita tristeza, Kolia nos deja un estupendo legado no sólo por su recuerdo sino por la maravillosa familia que ha formado a medias con Ana a la que no puedo dejar de admirar por su entereza, saber estar y entrega durante estos duros meses. Tal vez uno de mis cantantes preferidos tiene razón: “sólo los buenos mueren jóvenes” para hacernos a los demás un poco mejores.
Catalina Sustacha Duñabeitia