Pulso en la frontera marroquí
Madrid y el reino alauí atraviesan por crisis periódicas, la mayoría vinculadas a negociaciones políticas o económicas El conflicto parte de las acusaciones contra las fuerzas de seguridad españolas
RABAT.Actualizado:Un conflicto recurrente. Las relaciones entre España y Marruecos se ven azotadas cada cierto tiempo por cierta marejada. En una especie de bucle donde a la calma le sucede la tempestad, sin que
en ningún caso llegue a producirse un naufragio. La mayoría de las veces, con Ceuta y Melilla como protagonistas de la polémica. En esta ocasión, el conflicto parte de las acusaciones del reino magrebí contra las fuerzas de seguridad españolas que vigilan la frontera. La Administración alauí alega brutalidad y racismo por parte de Policía Nacional y Guardia Civil. La contundencia de los sucesivos comunicados marroquíes ha derivado, esta vez, en un boicot comercial que tras el parón del fin de semana se reanudará la próxima semana. Pero ¿qué se esconde tras las palabras de Rabat?
Cada cierto tiempo, Rabat reivindica las «ciudades ocupadas» de «Sebta» y «Mellilia» -como los marroquíes llaman a los enclaves españoles- a través de un discurso o un gesto simbólico. La última vez fue el pasado mayo, cuando el primer ministro, Abás el Fassi, reclamó a Madrid que iniciara un diálogo con su país «para poner fin a la ocupación de estas dos ciudades marroquíes y las islas vecinas expoliadas».
La reivindicación de Ceuta y Melilla no ha estado presente, en esta ocasión, en los comunicados con los que el Ejecutivo de Mohamed VI ha denunciado agresiones de las fuerzas de seguridad españolas a ciudadanos norteafricanos. En las ciudades autónomas están convencidos de que hay algo más. «Se trata de una maniobra orquestada desde Rabat, con los mismos grupos de siempre actuando a las órdenes de las autoridades marroquíes y cuando el Gobierno se lo requiere», señalan fuentes policiales españolas destacadas en la frontera.
La misma impresión se tiene en el Gobierno de Melilla, ciudad que el jueves sufrió un bloqueo de pescado, fruta y verdura. «Los incidentes son bajísimos, pero se han magnificado», asegura el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda.
La clave, apuntan fuentes diplomáticas, podría estar en las negociaciones pendientes con España o con la UE. Uno de los convenios que lleva meses en un tira y afloja es el último acuerdo en materia de inmigración, que la UE y Marruecos no consiguen cerrar. Los Veintisiete quieren que el país magrebí se comprometa a readmitir a todos los inmigrantes ilegales que han llegado a costas europeas tras partir de Marruecos. Rabat exige, como contrapartida, una importante ayuda económica para hacerse cargo de esa nueva responsabilidad. Según explica la Administración alauí, no se trataría solo de acoger a los súbditos marroquíes repatriados, sino también a personas de otras nacionalidades.
La situación del futuro embajador de Marruecos en Madrid también estaría entre las causas que han provocado el enfado con España, según diferentes fuentes. El Ejecutivo de Mohamed VI propuso a Ahmed Uld Suilem, un ex-dirigente del Frente Polisario, y Madrid tardó algo más de lo habitual en darle su aprobación. El Gobierno de Rodríguez Zapatero no estaba entusiasmado con la idea de tener enfrente a un representante diplomático que quizás estuviera más interesado en defender la «marroquinidad» del Sáhara Occidental que de atender la globalidad de las relaciones bilaterales.