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Cuatro cumbres del G-20 contra las turbulencias
MADRID. Actualizado: GuardarLos líderes del mundo industrializado y emergente se han visto cuatro veces, en el llamado G-20, con el propósito de desactivar la crisis financiera.
Con los responsables más preocupados por ejercer influencia que por alcanzar acuerdos efectivos, las resoluciones de estas citas han tenido escasos efectos a la hora de atenuar las turbulencias de los mercados o la recesión. Más decisivas han sido las acciones concertadas de los bancos centrales, o los compromisos asumidos por las autoridades de las diferentes regiones. En la agenda de Seúl, donde tendrá lugar la próxima reunión, figura la nueva regulación de capital que habrán de aplicar las entidades financieras para preservar su solvencia. Bajo el impacto de la quiebra de Lehman Brothers, la Casa Blanca convocó una reunión extraordinaria del G-20 en Washington el 14 y 15 de noviembre de 2008 con los ambiciosos objetivos de rediseñar el orden financiero mundial y evitar la recesión. De ese encuentro salió una extensa declaración de principios y un más que limitado -e incumplido- plan de acción para desarrollarlos.
En Londres, en abril de 2009, los dirigentes saludaron la llegada de Barack Obama. Sarkozy y Merkel le exigieron dureza en la regulación financiera y todos asumieron el compromiso de actuar sobre las áreas más opacas del sistema. En septiembre, cuando algunas economías veían ya la salida del túnel, la reunión del G-20 en Pittsburg siguió atascada en la reforma financiera, pero empezó a abordar las secuelas de la restricción del crédito. En sus conclusiones figuran los propósitos de mejorar la transparencia en los productos financieros complejos, elevar el capital de los bancos y acotar los sueldos de los banqueros.
La cita del G-20 de junio de 2010 en Toronto coincidió con los ataques a la deuda de los países más vulnerables del euro, entre ellos España. Los líderes instaron a reducir la deuda y rebajar los déficit, renunciaron a una tasa bancaria como política global y aplaudieron la idea de que las instituciones de crédito refuercen su capital para evitar sobresaltos futuros.