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Economia

El banquero sin tregua

A sus 76 años, Botín sigue controlando cada detalle, desde la compra de un banco en Brasil hasta los regalos de las juntas de accionistas La infección leve que le tuvo ingresado en un hospital no ha sido suficiente para que Emilio Botín descansara de gobernar su imperio

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Solo fue una infección que se curó con antibióticos en tres días, pero muchos aguantaron la respiración cuando Emilio Botín ingresó en Valdecilla a finales de la semana pasada. En el idioma financiero, el presidente del Banco Santander es como EE UU: cuando estornuda, los demás cogen una gripe. A las pocas horas de su llegada al hospital, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, le llamó por teléfono a pesar de que su estado no revestía gravedad. Considerado como el empresario español más influyente en el extranjero, su fortuna es una de las diez mayores del país y ha catapultado al Santander al podio de los mejores bancos del mundo. La crisis que ha hecho tambalearse a gigantes de los negocios apenas ha sido una brisa para él, y en los círculos económicos se le conoce como el 'emperador de la banca'. Su imperio lo forman más de 140.000 empleados, cerca de 70 millones de clientes y 1.700 millones de euros en su libreta de ahorros.

Fue el sábado, día 7, en su casa de Santander, cuando Botín se sintió indispuesto. Uno de sus yernos, médico de profesión, le aconsejó su trasladado al hospital. Llegó a urgencias con un cuadro febril y fue atendido por el Servicio de Urología, donde se le detectó una infección de la que fue tratado con antibióticos. Botín quiso abandonar el centro un día antes de lo previsto. Pero, los médicos le convencieron para que pasara la noche hospitalizado. Y es que tres días en el hospital son demasiados para un hombre que en 2006 reconoció como suyo el lema 'The sky is the limit' ('El límite es el cielo').

La indisposición del banquero provocó la suspensión de los compromisos institucionales que tenía previstos para esta semana, entre los que se encontraba una reunión con el presidente del Gobierno cántabro, Miguel Ángel Revilla, y la asistencia a un acto con el presidente del Centre For Economic Policy Research (CEPR), Guillermo de la Dehesa. Botín irá recuperando su agenda «poco a poco», informaron desde el banco.

La dimensión internacional que ha alcanzado el Santander no ha nublado la mirada de un Botín que sigue gestionando su banco como una empresa familiar, tal y como hicieron su abuelo y su padre. Todas las decisiones pasan por su mesa, desde la compra de un banco en Brasil hasta una oferta de línea de créditos en una sucursal. Incluso los detalles que puedan parecer más triviales llevan la firma de Botín.

Es famosa la anécdota ocurrida durante una junta de accionistas. En esas reuniones, el banco entrega un detalle a los asistentes y, en esa ocasión, a uno de ellos no le ilusionó demasiado el chubasquero que regalaron. El presidente escuchó la crítica y le respondió que él mismo los había elegido. «Sólo lamento no haber podido encontrar tallas de mujer», confesó ante los presentes.

Ese aura de insustituible forjada en los 24 años que lleva al frente del Santander es la que desencadenó el aluvión de llamadas que recibió Botín los días que pasó en Valdecilla.

«En la gestión empresarial hay ejemplos evidentes de nombres propios que son más difícilmente sustituibles. A todos nos viene a la cabeza Steve Jobs y Apple como paradigma de lo que el mercado piensa que puede ser un 'hombre' que ha hecho a una empresa, o el propio Amancio Ortega con Inditex. Emilio Botín sería un 'primus inter pares' con los ejemplos antes mencionados. La estrategia que ha seguido el Banco Santander bajo su mandato ha sido tremendamente ambiciosa en lo corporativo y conservadora en el tipo de banca que ha caracterizado totalmente a la entidad. Es difícil imaginar un Santander sin don Emilio», explicó el director de Inversis Banca en Cantabria, José Álvarez.

Esa personalidad sobria, de profesional volcado en su trabajo, poco amigo de delegar funciones y mucho de negociar en primera persona, no impide que Emilio Botín se haya rodeado de un equipo directivo al que, sobre todo, demanda lealtad. «Confía mucho en su gente siempre que le sea fiel. Es preferible reconocer que desconoces un dato a mentirle», señaló Víctor Bustillo, empleado del Santander durante 40 años.

Vocación

A pesar de los horizontes de negocios que se le han abierto, Botín nunca se ha desviado de la idea que le inculcaron desde que entró a trabajar a la empresa familiar: la banca es lo primero. Por eso, en el folleto corporativo que el Santander repartió a los accionistas en una junta, queda remarcado que la única especialización de Botín es hacer banca. Y todo lo demás es secundario. Así entiende su vocación, al igual que antes lo hicieron su abuelo y su padre. De este último se cuenta que un día fue abordado por un pobre en el Paseo Pereda de Santander. «Una limosna, por el amor de Dios», dijo el mendigo. Pero el banquero no le respondió. El pobre insistió: «Por el amor de Dios y por la Virgen Santísima». «Ah, entonces sí. Con dos avales, sí», dicen que respondió en broma el banquero mientras sacaba unas monedas.

Con esa mentalidad, el Santander ha pasado de ser una pequeña entidad a una de las firmas con más solvencia del mundo, a resquebrajar el 'statu quo' bancario español con los lanzamientos de la 'supercuenta' y la 'superhipoteca' a finales de los 80 y la compra de Banesto en 1994. Ahora, en plena crisis económica, Botín se ha permitido el lujo de ampliar su imperio con adquisiciones en Brasil, Reino Unido y EE UU.

El Botín-banquero comparte ahora espacio con el Botín-mecenas. Enfrascados en la batalla por conseguir la capitalidad cultural europea en 2016, los vecinos de Santander han visto cómo su paisano ha dado un paso al frente para apuntalar el proyecto. La Fundación Botín anunció una inversión de 50 millones de euros para construir un Centro de Arte y Cultura en el centro de la capital.

Dos personas monopolizan el círculo de confianza de Botín: el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, y su hija Ana Patricia, presidenta de Banesto. Estos dos nombres siempre aparecen cuando la palabra jubilación se escribe asociada a Emilio Botín. Pero el presidente del Santander no se plantea colgar los tirantes. Su padre sostuvo el peso del banco hasta los 83 años, y a Botín siempre le han atraído los retos. Los que se aventuren a poner una fecha a su retiro deberán tener presente su lema: 'The sky is the limit'.