MILAGRO EN ALCALÁ
DIRECTORA DE LA VOZ Actualizado: GuardarEl festival de Alcalá es, definitivamente, único. Habrá otros con más años, más estrellas, más presupuesto, más cartel, pero no creo que exista ninguno en el que el misterio y la magia de la música se hagan visibles de una manera tan clara, tan cercana, tan amable y hasta tan amorosa. Es un festival hecho a pulso tanto por los intérpretes, The Soloists of London con Mat Coman al frente, como por el Ayuntamiento y que ofrece no sólo calidad, indiscutible, sino también una generosa lección de civilización y de alta cultura, al alcance de todos. Pocos mejores servicios se pueden prestar a la colectividad con el presupuesto público.
El 'concierto a la luz de las velas', una fórmula muy poco usada en nuestro país y creo que no me equivoco si digo que nunca aquí, ofrecía el jueves como plato fuerte 'Las cuatro estaciones' de Vivaldi con el violinista David le Page como solista.
El patio del convento alcalaíno estuvo a rebosar, con público incluso en los ventanales del primer piso, y ese característico aire informal, popular, que parece acercar el ciclo alcalaíno a los famosos 'proms' de Londres, con cerveza y tapa incluidas en el descanso.
El programa se inició con un concerto grosso de Corelli, para seguir con una Sarabande de Haendel y cerrar la primera parte con un concierto para dos violines de Bach, donde el director de la formación londinense, el extraordinario Simon Lewis, entablaba un diálogo armonioso con el violín de Le Page y anticipaba lo que sería la segunda parte, una versión inolvidable y exquisita de 'Las cuatro estaciones' que el solista invitado interpretó con un brío y una riqueza de matices emocionantes, tanto como lo fueron su sencillez y falta de engolamiento, su limpieza o «levedad», por usar la definición de Italo Calvino, magníficamente secundado por la formación londinense.
Al terminar, tras muchos aplausos y un bis de la obra de Vivaldi, el público dejó ir a los músicos, exhaustos, con la sensación de haber asistido a una verdadera experiencia de música, de ese misterio insondable que está más allá del lenguaje y que no es preciso entender. Él ya te entiende a tí.