Una de las familias que ha denunciado la desaparición de niños nacidos en los años 60 y 70. :: J. FERNÁNDEZ
Jerez

Las familias que denuncian el robo de bebés recurren a un detective

El profesional ha seguido el rastro de al menos uno de ellos y ha recopilado pruebas de irregularidades en los entierros

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Las casi 30 familias de la provincia que en los últimos meses han denunciado la posible desaparición de sus bebés recién nacidos en los hospitales de La Línea y Cádiz, durante los años 60 y 70, no se conforman con tener sospechas. Buscan pruebas que las sostengan.

Por ello, han llegado a contratar las labores de un detective privado para encontrarlas con más eficacia y rapidez, que se dedique a rastrear los archivos de cementerios, hospitales y registros civiles de la provincia en busca de los nombres, las fechas de nacimientos y defunción de casi una decena de niños que oficialmente murieron al nacer, pero que podrían haber sido robados para ser vendidos a familias adineradas. Así lo sospechan, al menos.

Desde el pasado mes de junio muchos de estos casos ya están siendo investigados por las fiscalías de Cádiz y de Algeciras, que se han ofrecido a escuchar las historias y, en caso de que exista un delito y no haya prescrito, también se ofrecen a llevarlas a los tribunales. Pero las familias han decidido facilitar a los fiscales la labor, al menos, en lo que se refiere a documentarse.

La labor no es fácil. «Los archivos de aquella época se han perdido o se han destruido», afirma Rafael Carrasco, el detective que ha sido contratado, que insiste en aclarar que su trabajo no es encontrar a los supuestos ladrones de niños. Al menos, por ahora. «Al haber entrado la Fiscalía, le correspondería a ellos. En caso de que se archivaran las diligencias, sí me tocaría buscarlos».

Tras la pista de un niño

Entre las labores que sí parece haber asumido se encuentra la de buscar a algunos de los bebés supuestamente robados, que de ser así, vivirían engañados pensando que son hijos de otras familias y tendrían edades comprendidas entre los 30 y los 50 años. En este punto, al parecer, el detective ha conseguido ya algunos resultados, aunque Carrasco anda con pies de plomo sobre ellos y prefiere no dar por resuelto uno de los casos.

«Estamos intentando localizar a uno de ellos. Vamos tras una pista, pero no hay nada seguro», reconoce. «Tenemos pistas que nos llevan a cierta persona que podría ser uno de los desaparecidos, pero se movió y tuvimos que empezar a localizarlo de nuevo».

Su labor, por tanto, ha sido sobre todo documental: «Hay que averiguar en los cementerios si los niños fueron realmente enterrados, la causa de la muerte que venía en el ingreso, y buscar en la documentación de los hospitales, natalicios y bautizos de la época. A veces se consigue muy poca cosa».

Con la recopilación de datos las familias intentan probar, no ya el robo de los bebés, pero sí que existían irregularidades sospechosas en los hospitales gaditanos y en los registros de los cementerios. Aparte de las pruebas documentales, Rafael también ha logrado algunos testimonios de personas vinculadas con archivos, que reconocen estas irregularidades y hacen pensar en posibles falsificaciones de documentos. Estos testimonios han sido trasladados a las Fiscalías.

Cuando Rafael conoció las historias de Cristina y Flor Díaz, dos hermanas de Irún (Guipúzcoa) que fueron las primeras en denunciar la supuesta desaparición de sus hermanos en el Hospital de La Línea, decidió ponerse en contacto con ellas y ofrecerles sus servicios de forma gratuita. Desde entonces, poco a poco se ha encargado también de los casos de otras familias, entre ellas, las que sospechan que sus hijos no murieron en los hospitales gaditanos de Zamacola y Mora, sino que siguen vivos.

«Las historias coinciden»

«Las características son las mismas de unas historias a otras: en casi todas no consta de que esté enterrado en el cementerio, y no dejaban ver a los niños, o los mostraban momificados, envueltos en vendas. A veces se ofrecían también para encargarse del entierro, pero algunos niños no aparecen registrados en los cementerios o hay errores en los registros», recuerda el detective.

Por supuesto, algunas de las sospechas pueden acabar en nada, porque no encuentran pruebas o porque se demuestre que no se cometió ningún robo. Sin embargo, para el detective al igual que para las familias, la coincidencia de los casos resulta ya de por sí sospechosa como para comenzar una investigación.