El timo del tocomocho le cuesta 4.000 euros de su cuenta a un anciano de 80 años
JEREZ. Actualizado: GuardarSi de incautos se trata, el colectivo de los mayores tiene todas las papeletas para convertirse en el blanco de los delincuentes más avispados. Aunque suene a película de Tony Leblanc, lo cierto es que timos como el de la estampita o el tocomocho siguen estando de plena actualidad, como así lo han vivido en sus carnes dos ancianos jerezanos en apenas unas semanas.
El último de ellos fue estafado el pasado 1 de agosto, cuando en las inmediaciones del parque Sandeman fue abordado por un individuo montado en un coche, que lo llamó por su nombre y fingió conocerlo, ganándose así su confianza. Como relata la familia de la víctima, que ronda los 80 años, acto seguido apareció en escena un segundo individuo que continuó la conversación iniciada por el primero de ellos invitando al anciano a entrar en el vehículo.
Aunque un poco desconcertado, éste escuchó la historia relatada en torno a un cupón de lotería que supuestamente les había tocado pero que, por alguna razón que su interlocutor no acertó a precisar, argumentaron que ellos no podían cobrarlo. Tras un buen rato de discusión, finalmente el octogenario quedó convencido de que, para poder hacerse con el premio, debían reunir cada uno una cantidad, tras lo que conseguirían cobrarlo y el anciano se llevaría una suculenta bonificación por ello.
De cajero en cajero
Entonces los estafadores le condujeron al cajero más cercano en el que debía sacar 4.000 euros. La víctima, sin embargo, se equivocó y en un primer momento extrajo sólo 400, por lo que lo llevaron a una segunda sucursal en la que consiguió el montante restante. Cuando ya disponía de todo el dinero, los delincuentes le dieron un pañuelo en el que supuestamente estaba la cantidad aportada por cada uno, incluida la suya, y abandonaron el lugar asegurando que volverían pronto.
Al incauto, sin embargo, le pareció raro el tacto de aquel envoltorio y cuando lo abrió descubrió que sólo había en él una hoja de periódico, por lo que los dos habían huido con el suculento botín. Como ratificó la familia, el abuelo volvió «aturdido» y sin saber explicar muy bien lo sucedido, después de varias horas fuera de casa. Lo primero que hicieron los suyos, obviamente, fue interponer la correspondiente denuncia, sospechando además que los delincuentes ya le seguían la pista con anterioridad y esperaron al momento preciso en el que cobró su paga.