Opinion

Luchar contra el hambre en el Sahel

«Si podemos ver la desnutrición en un niño, es que, a menudo, ya es demasiado tarde», afirma el experto Yves Martin Preval. Los países de esta región necesitan ayuda urgente

COMISARIA EUROPEA DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL, AYUDA HUMANITARIA Y RESPUESTA A LAS CRISIS Actualizado: Guardar
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El nombre de Sahel nos evoca imágenes de sequía y hambre. Aún están vivas en nuestra memoria las imágenes de niños mal nutridos que saltaron a las pantallas de televisión en 2005. El mundo pensó entonces que una catástrofe semejante no debería volver a suceder nunca más. Pero el riesgo de que se repita de nuevo es elevado. La combinación de rigores climáticos y crisis económica ha puesto la región al borde del desastre. Las lluvias irregulares de este año han causado un descenso muy importante en la producción de alimentos y forraje. La producción agrícola ha caído más del 30% en Níger y más del 34% en Chad. Los precios de los alimentos son hoy casi un 30% más caros, de media, que en los últimos 5 años y muchos hogares han perdido, a consecuencia de la prolongada crisis económica, la ayuda que obtenían de familiares que trabajaban en el extranjero.

Se calcula que unos 10 millones de personas, solo en Níger y Chad, necesitan ayuda de urgencia para sobrevivir al actual período de escasez, que durará hasta la próxima cosecha en noviembre. Los Gobiernos de ambos países han declarado el estado de emergencia y han pedido ayuda internacional. El pasado mes de abril las Naciones Unidas hicieron una petición de ayuda humanitaria por un importe de 190 millones de dólares, que se vio amplificada por la visita a la región de sir John Holmes, coordinador de la ayuda de emergencia en la ONU, quien hizo hincapié en la necesidad de actuar ahora y también de adoptar medidas estructurales.

Tras la hambruna de 2005 en el Sahel, la Unión Europea aumentó considerablemente su ayuda a la región (que comenzó con 8 millones de euros en 2005) sobre la base de los indicadores y técnicas de alerta temprana que hemos desarrollado a lo largo de estos años. Solo este año la Comisión ha concedido unos 60 millones de euros para ayudar a las personas que se encuentran en un estado más desesperado en aquella región; pero la situación está empeorando y son necesarios más fondos. El 2 de junio aprobé una asignación complementaria de 24 millones de euros de ayuda alimentaria de la Comisión al Sahel. Inmediatamente después viajé a Níger para asegurarme de que trabajamos con las autoridades y hacemos llegar la ayuda allí donde es más necesaria, especialmente para alimentar a niños cuya vida y cuyo futuro están en peligro. Un eminente experto en nutrición, Yves Martin Preval, dijo en una ocasión que «si podemos ver la desnutrición en un niño, es que, a menudo, ya es demasiado tarde». Espero que otros se unan a la Comisión en el intensificación de la ayuda antes de que la imagen del hambre vuelva a las pantallas de televisión.

En septiembre de 2000, 192 países se comprometieron a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El primero de ellos era erradicar la pobreza extrema y el hambre antes de 2015 y, sin embargo, millones de personas en el Sahel se enfrentan todavía a la escasez de alimentos. Lamentablemente parece improbable que estas catástrofes disminuyan. Más bien al contrario: pueden aumentar. Por una parte, el cambio climático es más significativo en las regiones en donde escasean los alimentos, las lluvias son más violentas y las sequías más prolongadas. Además, la crisis financiera puede hacer que los países donantes sean más reacios a destinar fondos a la ayuda humanitaria y al desarrollo. No deberíamos permitir que la situación económica actual comprometa nuestras ambiciones en la lucha global contra el hambre. Mi sueño para el Sahel sería que la reacción rápida de la comunidad internacional evite este año el hambre en la región y que su desarrollo aumente la capacidad de hacer frente a nuevas crisis de modo que la última y terrible hambruna de 2005 sea precisamente eso: la última.