Sociedad

Stomp hará vibrar a Madrid con un espectáculo que combina percusión y baile

MADRID. Actualizado: Guardar
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Stomp podría traducirse como zapatazo. Denomina un tipo de tema musical de ritmo vertiginoso, cuyo compás se acentúa golpeando el suelo con el pie. Muy popular en el jazz tradicional y en la época del Swing, acabó definiendo el estruendo de un zapato estampándose sobre el suelo. Y ese sonoro y contundente zapatazo es el sonido primordial de la compañía británica Stomp, que comenzó dándolo sobre una acera y lo repite ahora sin cesar sobre los escenarios de todo el mundo. Son un puñado de locos por el ritmo que llevan dos décadas recorriendo los cinco continentes a golpe de ritmo frenético. Unos maestros del 'cacharrería orquestal' y de la percusión capaces de 'fabricar' música casi de la nada.

Escobas, bidones, cubos, cacerolas, cajas de cerillas palos y mucho, muchísimo ritmo, son los instrumentos de unos inefables músicos callejeros que desde su presentación en el off del festival de Edimburgo han construido un pequeño imperio del ritmo, con cinco compañías que gira permanente por todo el globo.

La que cubre el hemisferio norte recala ahora en España, donde llegan desde Japón. Estarán en el teatro Coliseum de Madrid (Gran vía, 78) hasta el próximo 22 de agosto. Es un espectáculo participativo en el que cabe la improvisación y la provocación y en el que del primer al último minuto el espectador está en vilo y a meced de la locura rítmica de un grupo multiétnico con mucha, mucha, mucha marcha.

El origen

Todo empezó en 1991 en Escocia. Un grupo de amiguetes de Brighton, «sin un duro y mucha pasión por la música, al percusión y el espectáculo» querían hacerse un hueco en el prestigioso festival de Edimburgo. Luke Cresswell y Steve McNicholas repararon en la vieja tradición del 'busking', un tipo de animación callejera basada en la música y la danza que recorría en el medievo los mercados de las aldeas británicas.

«Logramos articular media hora de espectáculo a base de ritmo con elementos tan callejeros como escobas, señales de tráfico, periódicos, mecheros, palos y cubos de basura, además de palmas y zapatazos. El entusiasmo del público nos hizo ver que habíamos encontrado un camino factible que ha supuesto un éxito continuado de dos décadas» se ufana Cameron Newlin, miembro de la compañía.

No en vano obtuvieron el premio de la Crítica de The Guardian y el de mejor espectáculo en la rupturista sección Fringe del Daily Express.