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BUENO POR CONOCER Actualizado: GuardarAl hombre, como especie, siempre le ha atraído lo mágico. Ante cualquier cosa, hecho, situación o fenómeno que trascienda la lógica explicación ha permanecido boquiabierto, intentando buscar una argumentación fantástica a lo inexplicable.
En las sociedades tribales los chamanes tenían en sus manos las vidas de sus congéneres. Con sus brebajes, pócimas y bebedizos, eran capaces de restablecer la salud al resto de los miembros de la tribu. La magia, la hechicería, el ritual y lo esotérico rodeaban sus formas de proceder. Aplicando ungüentos eran capaces de sanar heridas, administrando cocimientos lograban calmar el dolor y eludir el sufrimiento de la enfermedad, incluso haciendo inhalar el humo de determinados preparados conseguían transportarnos a mundos oníricos e irreales, alejándonos de la cruda cotidianidad.
La magia cambió de rumbo en la primera mitad del siglo XX. El descubrimiento de la penicilina por Sir Alexander Fleming (1881-1955), a finales de los años veinte, supuso el inicio del esplendor de la industria farmacéutica.
Los avances en medicina y las nuevas alternativas terapéuticas que la industria farmacéutica pone a nuestro alcance son de tal magnitud que ya no sorprende a nadie. Muy al contrario, exigimos que se dé respuesta rápida y eficaz a todos nuestros males. No estamos dispuestos a sufrir lo más mínimo. ¡Para eso debe existir algún tratamiento! No existe padecimiento para el que no exista un remedio farmacológico, o cuando menos algo que lo alivie. Eso sí, si es rentable. Si es usted paciente de una de esas enfermedades consideradas como 'raras', no está de suerte, porque su padecimiento no es negocio.
Hoy, en la segunda década del siglo XXI, la magia se ha trasladado al consumo de determinados alimentos, a los que se les atribuyen cualidades milagrosas. Aparece el concepto de alimento funcional. Comiendo en ayunas unas perlas de ajo conseguimos controlar nuestra tensión arterial. Si nos acostumbramos a consumir productos prebióticos o probióticos lograremos aumentar las defensas naturales de nuestro organismo. Recientemente, a los espárragos, sobre todo los verdes, se les atribuyen potentísimas propiedades anticancerígenas.
La última novedad, en esta carrera por encontrar el alimento perfecto, son las bayas tibetanas de Goji. Lo mismo se venden en fruterías, que en supermercados, que en tiendas de «chucherías». Entre sus múltiples propiedades se le atribuye una actividad antioxidante potente. Si atendemos a sus indicaciones, parece que nos encontramos ante el producto perfecto. Lo mismo diminuyen la fatiga, que protegen nuestra vista, que previene de todas las enfermedades cardiovasculares. Lo mismo sirven para controlar los niveles de glucemia que para potenciar nuestras defensas, y aumentar nuestra libido y deseo sexual.
El problema está en que las autoridades sanitarias las van a retirar del mercado por ser posiblemente tóxicas, por su contenido en pesticidas y metales pesados.
¡Cuidado con las novelerías!