Crisis y estado de bienestar
Actualizado:Ysi el fracaso del sistema socialista fuera causa de la profunda crisis que amenaza al capitalismo? Todo modelo precisa la referencia de variantes, mejor aún si se trata de otro que se postula como alternativa crítica: estimulante competencia, repertorio de propuestas para corregir deficiencias y simetría que perfila la propia identidad. Como todos los grandes acontecimientos de nuestra historia reciente, la Revolución Soviética sucedió contra todo pronóstico. Un motín generalizado de soldados que no soportaban las duras condiciones que imponía la Gran Guerra, en sólo «10 días que conmovieron al mundo», por utilizar el título del celebre relato del periodista de John Reed, produjo la mayor transformación política del siglo XX contra las previsiones de aquellos pensadores que se toman como referencia para la nueva sociedad: Marx y Engels. El papel determinante de la Unión Soviética en la derrota nazi confiere al mundo socialista un poder equivalente al del mundo democrático y esa rivalidad suscita la llamada guerra fría durante la cual cada sistema procura su propio perfeccionamiento como forma de resolver la confrontación. Hacia los años 50 aún no se había levantado el muro de Berlín y ambos mundos se hallaban en equilibrada competencia, situación que refleja la excelente película de Billy Wilder 'Un, dos, tres' (1961), en la cual el representante de la Coca Cola en Berlín se enfrenta al problema que provoca un idilio entre la hija del Director General de la compañía con un convencido militante comunista.
Recuerdo los comentarios de mi tío Fernando, a la sazón Almirante de la Armada: «Con la revolución rusa ocurrirá como con la francesa, ésta se diluyó pero nos legó: los derechos humanos, el sufragio universal, la democracia parlamentaria y las libertades políticas; la rusa también se disolverá dejando beneficios como: la sanidad pública, la educación gratuita, el derecho a la vivienda, un sistema de pensiones, el pleno empleo... Eso que ahora llamamos Estado de Bienestar. Era un hombre conservador, sensible y de vasta cultura; especie en peligro de extinción como ese Estado de Bienestar que vaticinó. En 1998 me encontré con Francesco Dal Co, catedrático de Historia de la Arquitectura en Venecia que volvía de Nueva York y contaba que si bien los Estados Unidos detentan el poder político los americanos viven mal porque no disfrutan derechos ya consolidados en Europa como: la salud, la educación y la protección social. Han pasado doce años y la crisis parece poner en cuestión alguno de esos derechos que se creían irrevocables, vivimos tiempos inciertos pero los presagios rara vez se hacen realidad.