UNA BOTELLA DE RON
Actualizado:Sí, un país de pandereta. Y un fútbol que es fiel reflejo de su sociedad. Estamos asistiendo en primera fila de butacas a uno de los mayores escándalos de este deporte, sin emoción, conociendo perfectamente el final de la película. Habrá que beber y beber litros de Brugal para creer en la inocencia de estos corderos que ni siquiera tienen la decencia de guardar silencio. «Habrá que investigar a todos», ok, pero de momento os han 'pillao' con el carrito del 'helao'. Con tanto ron comprobaremos que la justicia es (y está) ciega en esta historia de piratas.
Ya no hace falta llevar un parche en el ojo o un loro sobre el hombro. Éstos se han modernizado y se camuflan con chaqueta y corbata para ocultar su calaña. Curioso el papel de los que ahora llegan, por motivos estrictamente políticos, dispuestos a limpiar toda esta basura de corrupción en el fútbol español. Hay que luchar por el buen nombre de este deporte en un país que se acaba de proclamar campeón del mundo pero que en sus cloacas aún huele a podrido, eso dicen. Que si las cacareadas escuchas adulteran la competición y es una estafa al aficionado. ¿Y no adultera la competición que a tres días del primer torneo oficial del año uno de los equipos en confrontación tenga a siete de sus estrellas a miles de kilómetros? ¿Y si alguno se lesiona porque lo único que se ha calzado en un mes son unas cangrejeras? ¿No es una estafa?
La alegría y el buen rollo han durado menos de un mes. Habrá que ver el papelón de los internacionales del Barça en México, jugándose su integridad mientras sus 'jefes', que no les pagan un duro, se hartan de croquetas en el palco del estadio azteca. ¿Cómo puede imponer justicia aquel que no es justo? La basura no sólo está en el sur de Alicante, sino que se ha capitalizado y ha terminado por centrarse. Unas gotitas de perfume no bastarán para disimular el hedor.