
El presidente se embarra en Madrid
Zapatero aspira a contrarrestar un hundimiento en Cataluña y Andalucía con una subida en la comunidad de Aguirre El PSOE está muy preocupado por las malas expectativas para 2011 y 2012
MADRID. Actualizado: GuardarJosé Luis Rodríguez Zapatero se ha remangado como pocas veces ha hecho en su vida de secretario general del PSOE para imponer a Trinidad Jiménez como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. El empeño no es casual y va más allá de los nombres. Tras él se esconde una enorme preocupación por las expectativas electorales del partido, no ya en las autonómicas de 2011, sino en las generales de 2012. Aunque no está en absoluto claro que el presidente del Gobierno tenga intención de optar a un tercer mandato, tampoco querría abandonar el cargo dejando su formación en una situación calamitosa. Y Madrid es clave para evitarlo.
Los tiempos en los que los socialistas podían permitirse el lujo de ser barridos por el PP en el corazón de la Península han quedado atrás. En la Comunidad de Madrid se concentran más de seis millones de votantes, que eligen a 35 de los 350 diputados nacionales, es decir, una décima parte del Congreso. Hasta ahora, Zapatero ha visto compensada la diferencia de votos en esta región (en 2008 Rajoy le sacó diez puntos porcentuales y tres escaños) con los resultados de Andalucía y Cataluña, las dos comunidades más pobladas de España. Pero ya no puede confiar en ellas.
Ese es el mensaje que de un modo u otro ha trasladado el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, a la dirección del partido y al propio presidente del Gobierno en los últimos meses. La última, en el encuentro que la ejecutiva celebró a los pocos días de que el presidente del partido, Manuel Chaves, se reuniera con el secretario general de PSM, Tomás Gómez, para, supuestamente, tratar de hacerle ver que la suya no era la candidatura que mayores posibilidades ofrecía.
Imposible repetir
En las últimas legislativas, los socialistas andaluces aportaron al grupo parlamentario más de una quinta parte de sus diputados (36 de 169) y los catalanes, algo menos, 25. La ventaja sobre el PP fue abrumadora. El primer partido de la oposición solo logró ocho diputados en Cataluña y se quedó a nueve del PSOE en Andalucía. Ahora las encuestas sobre intención de voto en autonómicas, dadas a conocer por los institutos sociológicos oficiales en ambas comunidades, indican que es casi imposible repetir cifras similares.
Con un estado de opinión como el actual, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, perdería frente al popular Javier Arenas por poco, según el barómetro del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía publicado el mes pasado. Pero el suyo sería un descalabro importante: siete puntos menos que hace dos años. Del mismo modo, el presidente de la Generalitat, José Montilla, tendría que ceder paso al líder de CiU, Artur Mas, el próximo otoño porque, según el Centro de Estudios de Opinión, el PSC perdería de golpe tres puntos y quedaría once por debajo de los nacionalistas.
Es cierto que resulta difícil extrapolar a unas generales estas cifras, porque los votantes socialistas son mucho más activos en contiendas electorales de ámbito nacional. Pero Zapatero y su equipo son conscientes de que las cosas no pintan bien. El sondeo del CIS de esta semana concede al PSOE una expectativa de voto cercana a la que obtuvo Joaquín Almunia en el año 2000, el momento más crítico para la formación. El jefe del Ejecutivo calcula que hará falta un año para la remontada. Y todo eso explica que Madrid se haya convertido en una pieza determinante.