Las playas limpias de barbacoas esperan a los bañistas
El botellón sustituye a las brasas en una edición con menos público al coincidir en domingo
CÁDIZ.Actualizado:La cotización del metro cuadrado de arena en la playa de La Victoria sufrió ayer un nuevo desplome. No hizo falta madrugar ni marcar la parcela a modo de conquista pirata porque al final sobró sitio. Ni siquiera la nueva limitación de espacio impuesta desde el Ayuntamiento y la Demarcación de Costas ocasionó más apretones de lo habitual. Al contrario, a menor espacio, menos público. Parece ser que es la fórmula mágica.
Sin duda, el conjuro contra las barbacoas tuvo su efecto. Hasta los rayos de sol se alejaron del cielo de la capital para sumarse al plan de apagar el fuego de las brasas. Todos los factores jugaron en contra de la tradicional fiesta veraniega. El viento de levante- aunque generoso a última hora de la tarde-, las nubes, la pleamar y la coincidencia de la fiesta en domingo consiguieron quitar las ganas a algunos miles de gaditanas y a muchos más foráneos, a pesar de que otros tantos se dejaron ver por tierra gaditana. De hecho, a primera hora de la mañana, casi una veintena de autobuses de viajeros se encontraban aparcados en el polígono industrial de levante.
Para conocer la cifra oficial de asistentes habrá que esperar a la jornada de hoy, ya que el Ayuntamiento se negó a facilitar el dato hasta el término de la velada. Sin embargo, fuentes de Protección Civil confirmaron a este periódico que la afluencia de público al cierre de esta edición era menor que la del pasado año, algo que se podía comprobar con un simple vistazo. Las zonas más concurridas fueron, una vez más, el espacio que abarca desde el Hotel Meliá La Caleta hasta la Ballena Azul, así como el tramo que comprende desde el Hotel Playa Victoria hasta la calle Herrera Quevedo, situada a la altura del bar-discoteca Massé. Por el contrario, las zonas más cercanas a los límites se encontraban prácticamente vacías, lo que deja las puertas abiertas a un nuevo recorte de espacio en 2011. Operarios de la playa incluso llegaron a afirmar que a las ocho de la tarde, a la altura del Módulo 2, había menos usuarios que cualquier otro domingo de verano. «Dónde está la barbacoa», se preguntaba alguno de ellos.
Muy curiosa era la imagen que se podía ver en los extremos, donde los vigilantes de la seguridad privada custodiaban la entrada a la zona permitida. Para pasar había que atravesar todos los trámites de la aduana, pasando por mostrar los bártulos para evitar la entrada de mobiliario.
La frontera imaginaria
Los primeros en pasar esta frontera ficticia habilitada junto al chiringuito Malibú lo hicieron alrededor de las once de la mañana, ya que todos querían posicionarse en la parte alta de la arena para evitar la llegada de la marea, ya que la pleamar estaba prevista a las 3.17 de la madrugada. Por eso, sobre la arena se podía distinguir con exactitud los que habían ido a pasar el domingo en la playa, situados en la orilla para combatir el intenso calor que azotó ayer a la capital, de los que esperaban al atardecer para vivir la fiesta de clausura del Trofeo Carranza.
En La Victoria el ambiente que se respiraba era muy distinto al de años anteriores. Las familias, que en la mayoría de los casos tenían que trabajar al día siguiente, dejaron su sitio a las pandillas de jóvenes que bajaban a la arena cargadas de muchas bebidas y pocas parrillas. Sin duda, la sangría y la cerveza se convirtieron pronto en los reyes de la velada, ganando la partida a pinchitos y sardinas, que con el cambio de público comienzan a escasear en el carro de la compra. A las diez de la noche, el humo no sobrevolaba la playa y ni siquiera el aroma era el que desprenden las brasas. Precisamente eran las familias gaditanas las que se sorprendían de la situación, ya que aprovecharon la noche para disfrutar del ambiente tomando una tapa en los bares del Paseo Marítimo y regresar a casa temprano para madrugar al día siguiente. De hecho, a las doce de la noche se podía pasear con tranquilidad por el borde marítimo. Tampoco se produjeron las habituales retenciones de tráfico, en gran medida, por la menor afluencia de personas a la capital.
En La Caleta, las barbacoas si consiguieron hacer frente al botellón y mantuvieron casi la misma afluencia de público que en años anteriores, aunque fueron más los que se bajaron a la playa a dar un paseo y ver el ambiente que a sentarse en la hamaca a comer pinchitos a la brasa.
Al cierre de esta edición, la Policía Local apenas había sido reclamada para sofocar algún altercado. Tan sólo se produjo un incidente alrededor de las ocho de la tarde, cuando los agentes que patrullaban la zona reclamaron la presencia de tres individuos que se encontraban a la altura de la Residencia de Tiempo Libre con varios altavoces sobre la arena con la intención de poner música. Escasas asistencias se habían producido hasta entonces por parte del personal sanitario encargado de la celebración.
La sesión de fuegos artificiales puso finalmente el broche de oro al Trofeo ante el beneplácito del viento de levante.