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ESTÍMULOS

MANUEL ALCÁNTARA
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Hasta ahora venían siendo los futbolistas los únicos profesionales a los que se recompensaba por cumplir con su deber. Si ganaban un partido decisivo se les ofrecía una prima. Se consiguió que los resultados deportivos fueran mejores que los económicos. Cada gol costaba un testículo y la yema del otro, pero alguien descubrió que era más barato adquirir los servicios de los que tratan de impedir que el balón entre en su portería. Las grabaciones del 'caso Brugal' están haciendo que se marchiten en el ojal las insignias de muchos hinchas. Dicen los recalcitrantes aficionados que no se trata de nada nuevo y que las primas a terceros siempre han tenido una sutil variante: los que cobraban por perder. Quizá los dirigentes del Hércules podrían aclararme algo. Me alegro del ascenso del equipo alicantino, que sigo desde que jugaba en la defensa Corona y Macía.

Está claro que es más fácil dejarse meter un gol que impedirlo, pero no lo está que sea más cómodo dejar de poner una multa que ponerla. Los guardias de Tráfico están siendo estimulados para que cumplan con su deber. Asociaciones de la Guardia Civil denuncian que Interior impone un baremo retributivo que premia a los agentes que más multen. Debe de ser reconfortante eso de que te paguen mejor por cumplir la obligación contraída de hacerlo todo lo mejor que puedas. A mí nunca me ha pasado, a pesar de ser antiguo en mi oficio. Nadie me ha dicho que si un artículo podía agradarle a los lectores, no importunarle más que otros, sería especialmente retribuido. Llevo escritos como 18.000, según quienes han tenido la paciencia de contarlos, pero no me han estimulado más que los lectores, que Dios me conserve, y yo, que hago poco por conservarme en mediano uso. Claro que no soy controlador aéreo, ni jugador de fútbol, ni guardia de Tráfico.