Shyamalan tira la casa por la ventana en un filme lleno de acción

El cineasta estadounidense de origen indio M. Night Shyamalan despierta filias y fobias. La crítica del otro lado del Atlántico ha vapuleado 'Airbender: El último guerrero', basada en los cómics 'Avatar' (evidentemente tuvo que cambiar el título ante la apisonadora cinta de Cameron). Por contra, la película ha funcionado bien en taquilla, impulsada en gran parte por la moda del 3D. Shyamalan está en el ojo del huracán: presa de una especie de caza de brujas, su trayectoria es mejor entendida (y atendida) en Europa y Asia. Su carrera, a pesar de algunos errores garrafales, merece nuestra atención simplemente por el mero hecho de habernos deleitado con escenas sumamente inquietantes en el cine 'mainstream': el comienzo de 'El sexto sentido' o la fiesta de cumpleaños de la reivindicable 'Señales', sin ir más lejos. Los elogios fueron unánimes con 'El protegido', por ejemplo, pero Shyamalan se resiste a rodar una segunda parte aunque Bruce Willis se lo suplique.

En este caso, 'Airbender' es una cinta en 3D sobre la destrucción progresiva del universo, y que está protagonizada por Noah Ringer y Dev Patel, conocido por liderar el reparto de 'Slumdog Millionaire'.

Según su argumento, durante un siglo, la Nación del Fuego ha sometido al resto de los habitantes del mundo que, ante su poder, sólo tienen dos alternativas: la rendición total o su destrucción. Mientras, los aldeanos intentan sobrevivir sin éxito, en algún rincón se encuentra Aang, un joven capaz de restaurar el equilibrio del mundo.