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NUESTROS PROTECTORES

MANUEL ALCÁNTARA
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No todo el mundo es partidario de gravar con un nuevo impuesto indirecto el tabaco y el alcohol, pero hay que reconocer que la medida será aceptada de buen grado por dos clases de personas: los que no fuman y los abstemios. Yo tampoco tendría el menor inconveniente si alguien legislase que se aprobara un impuesto que hiciera pagar más a los montañeros, ya que en mi vida se me ha ocurrido escalar nada, ni siquiera uno se esos puestos políticos donde la competencia es muy escasa, ya que están ocupados por personas incompetentes.

Los gobiernos se ven necesitados de buscar el dinero donde esté, pero no hay más que dos sistemas: quitárselo, en pequeñas proporciones, para que no se cabreen y se lo llevan a otros países, a quienes tienen mucho, o arrebatárselo a los pobres, que son numerosos y están habituados al expolio. Encarecer el precio de una copa de vino y de un cigarrito ofrece la ventaja comercial de que tienes garantizado el número de víctimas presuntas. Somos muy numerosas las personas que en nuestra depravación moral, nos hemos acostumbrado a fumar y a tomarnos una copa. Nada más efectivo para recaudar fondos que aumentar el precio de ambas costumbres. Sólo están libres de ellas los que aspiran a dejar un cadáver que rebose salud. Sorprendentemente nos han salido algunos defensores a los que hemos llegado a ser unos virtuosos de nuestros vicios. IU y los hosteleros se están oponiendo a que se grave más el alcohol y el tabaco. Se han constituido en los defensores del pueblo. Nadie puede negar que se mejoraría la salud colectiva si hubiese menos fumadores y bebedores, igual que habría menos accidentes si se triplicara el precio de los coches. Que Dios proteja a nuestros defensores. Entre el IVA y el déficit sanitario, han encontrado algunos la excusa para cargarse el aperitivo y la sobremesa.