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PÉRDIDAS PREVISIBLES

MANUEL ALCÁNTARA
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Hay cosas que se están viendo venir y para recibirlas como se merecen no hay que esperar a que lleguen. Los diputados del PSOE y los portavoces de la corriente interna Izquierda Socialista, que son unos magníficos vigías, no pueden alterar el rumbo del barco.

Se limitan a anunciar las tempestades laborales y a pedir explicaciones sobre los motivos del naufragio. Bastante tienen los serviolas, que son los que se establecen por la noche en el pescante, con anunciar lo que se nos avecina. No es traidor el que avisa, pero puede ser un pájaro de mal agüero, sobre todo si está enjaulado en unas siglas. Llevan razón estos vigilantes a sueldo que atalayan el mar de los acontecimientos laborales. Gracias le sean dadas, aunque hubiera sido más de agradecer que propusieran remedios.

La llamada 'reforma laboral' puede provocar despidos preventivos, cuando pase el verano y la gente que ahora ha encontrado un empleo tenga que devolverlo. Se nota en todas partes, pero más que en ninguna en la hospitalaria Andalucía. Temió Blas Infante, el insinuado apóstol, que estas tierras solares se convirtieran en una fábrica de camareros. Los contratos temporales siempre impulsan el empleo a partir de julio. Empieza una época, que culmina ahora en el agosto augusto y lento, donde todo mejora momentáneamente para los parados y para los que hacen estadísticas.

Hay que aprovecharla: unos para ir a los chiringuitos y otros para vender optimismo. La posibilidad que se les ha dado a las empresas para acogerse a las pérdidas previsibles no exige unos especiales dones adivinatorios. Para ver cómo se comporta el futuro, basta con haber sido testigo de su conducta en los últimos años, pero ¿quién piensa en eso frente al mar? «El mar, el mar y no pensar en nada», aconsejó Machado. Está como un plato lleno de futuros espetos. Las sardinas son nuestro maná. Están buenísimas. Quien las prueba todos los días lo sabe.