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Un grupo de clientes en un corredor del Gaza Mall. :: M. AYESTARAN
MUNDO

El furor consumista cala en Gaza

Miles de clientes abarrotan el primer centro comercial de la Franja tras su inauguración

MIKEL AYESTARAN
GAZA.Actualizado:

Tres plantas de novecientos metros cuadrados cada una, horario ininterrumpido de ocho de la mañana a dos de la madrugada los viernes incluidos, ochenta empleados y unos precios «más bajos que en el resto de tiendas», según su director, Salahadin Abu Abdu, son la carta de presentación del primer centro comercial que abre sus puertas en Gaza. Desde su inauguración el pasado 17 de julio los resultados están siendo «espectaculares, gracias a Dios», relata Salahadin que explica el éxito se debe a que «la mayor parte de ciudadanos conoce este tipo de superficies porque las han vistos en los países del Golfo o en películas americanas».

Las hora punta son de doce del mediodía y a partir de las ocho de la tarde, cuando familias enteras aparcan sus coches en el parking privado del subsuelo, llenan carros de la compra en el supermercado de la primera planta, perfectamente surtido, y compran ropa, juguetes, perfumes y zapatos de la segunda. Para rematar la jornada disponen de un restaurante de comida rápida.

Ni fotos de mártires, ni propaganda política, ni pintadas a favor de nadie. «Un grupo de empresarios de Gaza querían hacer algo distinto a todo lo que había y se han jugado su dinero», señala el joven director de este minitemplo del consumo rebosante de productos «llegados de los túneles de Rafah, como casi todo en esta ciudad». Pequeñas luces de neón anuncian las mejores ofertas y una gran televisión de plasma emite en forma de bucle un anuncio sobre el centro. La gente sube y baja las escaleras, que no son mecánicas, mirando las imágenes en las que otros como ellos son protagonistas. En sus miradas se percibe una mezcla de satisfacción, esperanza y orgullo porque desde hacía mucho tiempo no eran protagonistas de buenas noticias.

Turnos más largos

Saida Abbus espera a los clientes en su tienda de ropa y complementos para niños. «Nos dijeron que los turnos serían de ocho horas, pero con tanta gente estamos trabajando mucho más», confiesa esta diplomada en magisterio. En la juguetería de al lado, tras una puerta similar en la se puede leer 'welcome', Loai Abu Qued piensa que está viviendo «un sueño que antes sólo había visto en Emiratos Árabes».