La alquimia de Ponce vuelve a triunfar
Aplausos y vítores tras el paseíllo a la lectura de una manifiesto en favor de la fiesta nacionalEl Fandi y Salvador Vega se marchan de vacío de la Plaza Real de El Puerto de Santa María
EL PUERTO.Actualizado:Verificado el paseíllo y con las cuadrillas paradas, se procedió a la lectura de un breve manifiesto en favor de la fiesta nacional, cuya audición por megafonía apenas fue posible.
Irrumpió la banda con el himno nacional entre la cerrada ovación de todos los espectadores, con lo que se vivió un momento de suma emoción e intensidad mientras se escuchaban proclamas a favor de la tradición taurina, tan atacada y ultrajada en las últimas semanas.
La única oreja del festejo la paseó Enrique Ponce tras ofrecer todo un recital de su peculiar alquimia torera. Su oponente, con poca fuerza y de breve recorrido, no auguraba la eclosión muletera que se viviría a continuación.
El valenciano templó sus cortas y sosas embestidas para ligar con exquisita cadencia los muletazos a media altura.
Singular capacidad técnica que presenta su estado de mayor perfección en la interpretación del toreo en redondo donde alcanzó momentos de radiante plasticidad y en los que parecía tener plenamente hipnotizado a su oponente con el vuelo siempre exacto, templado, de su franela con la que llegó a trocar un toro descastado en boyante y repetidor. Pinchó en dos ocasiones antes de cobrar una estocada baja, motivo por el que perdería los máximos trofeos.
El que abrió plaza metió los riñones con fuerza bajo el peto, del que salió con el brío y la fuerza menoscabada. Ponce lo templó con su habitual maestría, sin forzarlo en ningún momento y con la muleta siempre puesta en la cara. Aunque trajo algunos pases ligados de estimable mérito, el toro se fue quedando cada vez más corto e impidió cualquier atisbo de lucimiento.
Con larga cambiada de rodilla, recibió El Fandi al segundo de la suelta, tras la que vino un goteo inconexo de lances de capa, pues el toro, huidizo, no repetía dos embestidas seguidas. Galleó por chicuelinas y tras simularse la suerte de baras, dibujó un luminoso quite por delantales y gaoneras, aborchadas con serpentinas.
Apenas picado, el animal llegó al último tercio con la fuerza y el recorrido justos para que el granadino ejecutara una profusión de tandas en redondo, sólo interrumpidas con dos ensayos del toreo al natural. Trasteo que destacó más por lo cuantitativo que por lo cualitativo. Fandi puso de manifiesto su alegre espectacularidad en el tercio de banderillas, en cuya ejecución destacó sobre todo en un par por los adentros, al quinto, en el que cuadró en la misma cara de la res. Llegó el toro con cierto recorrido y humillada embestida a la muleta, con la que Fandi se prodigó en tandas por ambos pitones hasta que el animal se cansó de acometer y se fue aburrido a tablas.
Entonada labor capotera de Salvador Vega ante sus enemigos. A su primero, quitó ceñido por delantales y, con el sexto, se giró con garbo en lances a la verónica y chicuelinas. El tercero de la tarde acometía rebrincado y con escaso recorrido, por lo que no permitió al diestro ligar con soltura los muletazos. Sólo a base de insistencia y de exposición consiguió el malagueño algunos redondos estimables. El sexto, muy distraido y sin entrega fue devuelto por un supuesto defecto en la visión. Fue sustituido por una res que repetió las embestidas con humillación y franqueza, el mejor toro del encierro.
Buen ejemplar con el que no llegó a acoplarse del todo Salvador Vega, sobre todo cuando interpretó toreo natural.
Algunos buenos por el pitón derecho, pero no cuajó la faena redonda que las óptimas condiciones del astado demandaban. Mala espada, necesitó cinco pinchazos y una estocada para deshacerse del animal que cerraba el festejo a altas horas ya de la noche.