Alonso blinda la puerta
El australiano de Red Bull, Mark Webber, consigue una victoria rotunda en Hungría y se coloca líder del campeonato El asturiano acaba segundo después de aguantar 38 vueltas la presión de Vettel
BUDAPEST. Actualizado: GuardarMinimizado su Ferrari ante la insultante superioridad de los galácticos Red Bull, Fernando Alonso cogió en el corazón de Hungría una plata con tintes dorados. Un segundo puesto que vale tanto como una victoria, pues se benefició de un circuito sinuoso que rechaza los adelantamientos sin que ello le reste ningún mérito. Acosado por Sebastian Vettel durante 38 giros interminables, Alonso cruzó la meta por detrás de Mark Webber, nuevo líder del Mundial, y se va de vacaciones más contento que unas pascuas a sólo veinte puntos cuando hace dos carreras estaba a 47 de Hamilton, esta vez fuera de combate por un problema en la caja de cambios.
Alonso y su renovado Ferrari están en plena efervescencia. Resulta que sí, que salir tercero en este circuito es mejor que hacerlo segundo por mucho que parezca una tontería. Es una singularidad de lo más extraña que se pudo comprobar en los dos primeros virajes, donde Alonso, con un tiempo de reacción buenísimo y por la parte limpia de la pista, superó a Webber por fuera y asomó luego el morro para intimidar a Vettel, de nuevo agresivo a la hora de cerrar la puerta. Entre los dos bólidos azul marino, el piloto asturiano, incapaz de rodar a la velocidad supersónica de los rivales energéticos, vio cómo por delante se le despejaba el camino que trazaba el alemán mientras se le empañaba el retrovisor por el aliento del australiano, cada vez más cerca.
El coche de seguridad alteró un domingo que se presumía invariable precisamente por las prestaciones del asfalto magiar. Se neutralizó el Gran Premio entre la confusión general por culpa de un objeto del monoplaza de Liuzzi y el guión dio un vuelco para alegría de Webber, que fue valiente apurando al máximo hasta la vuelta 43 con sus neumáticos blandos mientras el pelotón entró casi por inercia a cambiar las gomas. Se benefició también por la ilegalidad que cometió Vettel cuando el 'safety car' todavía seguía en pista en lo que viene a ser una norma nueva para aprenderse del caprichoso reglamento de la F-1, que cada día ofrece una sorpresa con tanta letra pequeña. Vettel fue castigado por dejar una distancia excesiva con el líder, Webber, mientras zigzagueaba de forma notoria por delante de Alonso, pensando que taponaría así al español y recuperaría la cabeza con la entrada de su compañero al garaje. Ni una cosa ni la otra ya que el 'drive through' le condenó al cajón más bajo del podio con el correspondiente enfado.
No lo entiende
Vettel no lo entiende. Aceptó la sanción sin saber el motivo en la vuelta 32 y de ahí en adelante corrió como un poseso a la caza de Alonso, media carrera pisándole los talones, desesperado al asumir que su coche era tremendamente superior -más de un segundo de diferencia- y que la gloria hubiera sido suya sí o sí. «Sigo sin entender por qué me han sancionado, tendría que haber ganado yo», resumió ante las cámaras con voz rasposa y cara de huraño.
Le frustró la decisión arbitral y la defensa heroica de Alonso, que sobrevivió en un ejercicio de maestría y máxima concentración. «En un circuito normal no podía haber aguantado», reconoció sin tapujos Alonso. Pero Hungría, territorio especial para un Pedro Martínez de la Rosa que estrenó su casillero de puntos -fue séptimo por delante de Jenson Button-, en donde salir tercero es mejor que hacerlo desde la primera línea, no es normal.