Recordar y celebrar
OBISPO DE CÁDIZ Y CEUTAActualizado:Estando próximo el Bicentenario de la Constitución de 1812 que se celebrará en Cádiz, cuna de la Carta Magna, con solemnidad y una serie de actos importantes en los que la ciudad será punto de referencia y lugar donde se celebrarán eventos políticos y culturales, así como la inauguración del segundo puente que cambiará la fisonomía de la ciudad modernizándola aún más, la Iglesia gaditana se une a las celebraciones como ya se unió al evento histórico en 1812. Tenemos un papel si no preponderante sí de colaboración con tan sentido acontecimiento.
No podemos dudar que la Iglesia decimonónica tuvo parte activa en aquellos acontecimientos poniendo de su parte a personas, propiedades y toda su influencia, iglesias y conventos se convierten en sedes del Congreso, en alojamientos para la tropa y diputados. Obispos y eclesiásticos fueron nombrados como representantes del pueblo y elegidos diputados del congreso, donde un importante grupo de individuos, un 30%, pertenecía al estado clerical. Contribuyó con sus bienes a colaborar con hospitales de guerra y obras pías. De manera que la Iglesia gaditana se involucró con aquellos acontecimientos que iban a conmocionar a la España de principios del siglo XIX. Sin duda un puñado de hombres llegaron a Cádiz con ideales nuevos y con ganas de cambiar con ilusión y proyectos la ya caduca sociedad. La Iglesia estuvo presente, es más, fue testigo y artífice de esos nuevos cambios de reformas poniendo de sí cuanto era y tenía. En este Bicentenario tendremos un reconocimiento a quienes abrieron un nuevo camino a la historia de este país.
Aunque a lo largo de dos siglos, en medio de convulsiones y enfrentamientos, nuestra patria haya encontrado muchas dificultades para vivir en paz y progresar según aquellos ideales: puede decirse que las Cortes inauguradas en 1810 abrieron una etapa nueva en la vida política española, que nosotros hoy, en estos últimos treinta años de vida constitucional, somos capaces de valorar al haber podido experimentar en primera persona esta forma de vida colectiva en democracia, igualdad y participación.
El texto constitucional, como bien sabemos, lleva como encabezamiento la invocación: «En nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad». Aunque en términos de teoría constitucional la Constitución de 1812 ha sido considerada excesivamente rígida, y como tal, cerrada a cualquier modificación posterior, en ella se establecieron las bases de todo el aparato político que había de venir después, se instauraba un régimen de monarquía parlamentaria.
Hoy igual que entonces estamos aquí. Tenemos ya un camino andado, con sus luces y sombras. Pero con el deseo de seguir contribuyendo al bien común, desde nuestra condición de discípulos de Cristo en transformar desde el diálogo, pero sin complejos que el bien común tiene su raíz y fundamento en quien se dio a sí mismo por todos.
En la Diócesis de Cádiz hemos constituido una Comisión para la celebración del evento que estamos reseñando, lleva dos años de andadura, si bien es cierto que en el centenario de 1912, nuestra diócesis no organizó nada que nos conste y en la ciudad se hicieron sencillos actos a cargo del Ayuntamiento y algunas sociedades culturales en las que sí estuvo presente. Hoy igual que antes, queremos contribuir sencillamente con lo que somos y tenemos sabiendo que somos poseedores de un legado material, como inmuebles, documentos, objetos relacionados con el Cádiz de las Cortes, y la Constitución del 1812 y que sin duda lo pondremos en valor para ilustrar este Bicentenario. Asímismo tenemos una serie de proyectos de tipo celebrativo y cultural con los que nos sumaremos a los actos que se van a celebrar en esta ciudad trimilenaria abierta siempre al mar y donde se fraguó nuestra primera Carta Magna. Son como veis actos sencillos pero significativos en los que queremos ofrecer lo que somos y tenemos con austeridad pero con ánimo de poner de manifiesto que la Iglesia gaditana y andaluza puso lo mejor de sí al servicio de la cultura y de la libertad.