LA HOJA ROJA

EL AGUJERO NEGRO

Plocia y Sopranis se convirtieron con los Free Hole Negro en calles de La Habana. ¡Qué más dá! Si ya lo han sido más de una vez, y también Pamplona y hasta un poco Grecia

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Vivo sin vivir en mí, que decía la Santa de Ávila. Pero en mi caso no es porque una alta vida espero -bueno, algo mejor que ésta, sí- o porque muero, o porque no muero, sino porque he sido incapaz de aprenderme la coreografía de los Free Hole Negro, y eso que ellos mismos reconocían que la cosa era facilona y así, sin complicaciones, como para gente de Cádiz. Una ciudad que cada vez interpreta mejor su papel de actriz secundaria -de segunda, vamos- porque, aunque sé que políticamente es más correcto decir actriz de reparto me niego a utilizarlo, que aquí lo que se dice de reparto, de repartir, andamos cortitos. Sí, ya lo sé. Usted fue a los ensayos, por aquello de ver el ambiente y luego se fue calentando, y anoche bailó como un poseso con los Free Hole Negro, fingiendo que la calle Plocia y Sopranis, y hasta la Catedral eran calles de La Habana, -qué más da, si ya lo fuimos más de una vez, y también fuimos Pamplona y hasta un poco de Grecia-. Y se divirtió, porque era gratis y porque a caballo regalado no hace falta mirarle los dientes. Y porque ya puestos, un poco más de circo, nunca viene mal. Hizo usted bien. La publicidad decía «porque entre todos demostraremos al mundo cómo se vive una gran fiesta en Cádiz», y como lo del carnaval del fin de semana pasado fue un poco chungo -y eso que era nuestra propia fiesta- salimos a demostrarlo. Al fin y al cabo, somos la ciudad que sonríe ¿no? Motivos, no nos faltan.

Insisten desde el Gobierno en que los brotes verdes van bien. El Ministro de Fomento -no, no voy a hablar del puente ni del manifiesto de la Alcaldesa- se empeña en lo del símil botánico y ahora dice que es el momento «de hacer una pequeña poda para que el árbol del bienestar crezca más fuerte». Vaya por Dios, justo ahora tenía que ser. Qué manía. Si cuando teníamos quince años ya nos dijeron aquello de que los árboles no servían para nada, que no dejaban ver el bosque. En fin. También habló Blanco del viento -¡qué cosa tan british!- «el viento empieza a soplar del otro lado», pero aquí el único viento que nos azota es el del Levante que hemos tenido esta semana y que no nos ha dejado vivir, ni siquiera sin vivir en mí.

Menos mal que otros lo tienen peor que nosotros, aunque disimulen. Ya lo dijo el director de la residencia Alvernia, «por tres días no me voy a pelear». Bueno. Y añadió «hoy por tí, mañana por mí». Vale. Espero que recuerde sus palabras cuando le toque el mañana, porque de momento, la plaza Fragela se ha convertido en el escenario imperfecto para los Conciertos de la Libertad. Y aunque me ahorraré el comentario sobre el contenido de los mismos, no lo haré sobre su continente. Porque ni al que asó la manteca se le ocurre celebrar tres noches seguidas de decibelios al aire libre en el limitado espacio que queda entre la residencia de ancianos y el hospital, en una plaza de las más pequeñas de la ciudad y donde vecinos y hosteleros son de la misma opinión. «Inadmisible» decían unos, «con la de sitios que hay» suspiraban otros, señalando el Baluarte de la Candelaria, el parque Genovés o incluso el propio Teatro Falla, si tuviera aire acondicionado. Pero aquí lo que no se va en suspiros, se va en lamentos. Qué le vamos a hacer. A vivir, que quedan dos días. Pero dos días, con concierto.

Así, que tenemos circo. No tenemos pan. Pero a falta de pan, buenas son tortas. Si tampoco fue usted a bailar con los del agujero negro, si no tiene intenciones de ir a los conciertos de la libertad, aún tiene la oportunidad de reconciliarse con la excitante vida cultural de esta provincia, en un adelanto de lo que será el Bicentenario. Animados por la gran aportación que Cruzcampo hará a la celebración y expectantes por la imaginería que desempolvarán para la Magna del Doce -imágenes de 1812, dicen por ahí-, tenemos esta noche la gran oportunidad de ver a la agrupación de Moros y Cristianos de Alcoy desfilando en San Fernando. La primera cabalgata del Bicentenario, la gran apuesta de la Isla para conmemorar que hace doscientos años fueron el centro del mundo, empezará esta noche en la plaza del Carmen. No se lo pierdan, por favor, comienza a las nueve y media. Es la cabalgata 'isleñísima' -así la llama José Quintero- del Bicentenario de las Cortes. Cuatro carrozas temáticas, el Puente Suazo, un barco llamado 'Libertad' -será un homenaje a Perales-, el Teatro de las Cortes, y la propia ciudad de San Fernando todo en cartón, y medio millar de personas entre escupefuegos gigantes y cabezudos, además de los moros y los cristianos, pueden ser suficientes para salvar cualquier expectativa. Ya lo sé. No encuentra usted mucha relación entre los alcoyanos y la Pepa, pero es que el alcalde de San Fernando pretendía que estuviera representados «dos conceptos claves representados, la libertad y el pueblo». Vaya. Espero que no cunda el ejemplo para nuestro Bicentenario. Cosas más kamikazes se han visto. Por ejemplo, la candidatura de Marta Meléndez a la Alcaldía de Cádiz, por mucho apoyo que tenga de Griñán, de Bibiana y de Luis Pizarro. Ganas de inmolarse. Insisto. Vivo sin vivir en mí. Será que vivo en un agujero negro.