«A los políticos se nos mide en los momentos difíciles»
El titular de Fomento asume «toda la responsabilidad» del impacto de su plan en el empleo, que tratará de que sea «el mínimo» Los controladores y el recorte de obra complican el verano al ministro Blanco
MADRID.Actualizado:José Blanco llega al verano en una posición extraña. Por un lado, instalado en un estatus de indiscutido 'hombre fuerte' en el Partido Socialista y en el Gobierno. Por otro, con la perentoria tarea de resolver dos retos importantes: el desplante de los controladores aéreos, que amenazan con romper la paz en los aeropuertos en cualquier momento, y la obligación de llevar adelante un enorme recorte de obra pública que tendrá un efecto en el empleo estimado en unos 100.000 puestos de trabajo. Sobre este útimo aspecto lo tiene claro: «asumo toda la responsabilidad».
Blanco no se arruga, aunque es consciente de que es el centro de todas las miradas, dentro y fuera de su propio partido. «A los políticos y a los gobernantes se nos mide en los momentos difíciles», afirma horas después de explicar en el Congreso de los Diputados las grandes líneas de su programa de ajuste en infraestructuras. Allí aseguró que no pensaba en los votos que el PSOE podía perder con tan impopular medida, sino en la recuperación económica. Pero a nadie se le escapa que frustar muchos sueños con forma de puentes, corredores de AVE o autovías tiene un coste.
Interrogado sobre las difíciles circunstancias a las que debe hacer frente responde que, a su juicio, «gobernar es tomar decisiones» que, cuando se explican «con transparencia, equidad y honestidad», son más fáciles de comprender. «No podemos pedir a los ciudadanos un esfuerzo en pensiones o salarios y no apretarnos el cinturón en obra pública», declara quien, curiosamente, siempre ha sido más partidario de elevar la presión fiscal a los que más tienen antes que recortar la inversión productiva y generadora de empleo.
En un gesto quizá voluntarista, José Blanco afirma que «los ciudadanos son mayores de edad, piden que se les diga la verdad y no rehúyen los sacrificios». El ministro dice estar «muy preocupado» por las consecuencias en el empleo, e intentará reducir ese impacto al «mínimo posible». «Hemos tratado de mitigar la afectación al empleo desplazando obra en lugar de aprobando rescisiones de contratos, que es más fuerte para las empresas y para todo el sector de obra pública».
«Estoy convencido de que esto va a ayudar a cambiar la mentalidad, para que nos demos cuenta de que los recursos no son ilimitados», afirma el responsable de Fomento, que aboga ahora por «pensar más en la eficiencia que en los millones invertidos».
El ministro resta importancia a la pelea que a buen seguro deberá afrontar en los próximos meses, y asevera que frente a las declaraciones en público de sus adversarios políticos, «después, en privado, comprenden el ajuste». Sea como fuere, la agenda de Blanco está repleta de viajes por toda España. Visitas a lugares a los que acaba de restar futuro o, al menos, posibilidades, lo que convertirá cualquier desplazamiento en un 'Rodiezmo'. Pero ya tiene la respuesta preparada: «el gasto público ha tocado techo y hay que adaptarse». A su juicio, y así lo hará ver en sus desplazamientos, el aquilatar gastos no es responsabilidad solo del Gobierno central, que decide solo sobre el 52% de toda la inversión pública en el país. Las autonomías también han de aportar lo suyo. «Castigar al Ejecutivo tiene un beneficio cero para el interés general», afirma.
En su comparecencia parlamentaria, Blanco dejó entrever que la negociación con su colega Elena Salgado para poner número al 'tijeretazo' en la obra pública ha sido, al menos, notable. Pero se apresura a subrayar la buena relación entre ambos: «eso pasa en todos los Gobierno, es la discusión normal entre todos los ministros de Fomento y de Economía y Hacienda».
José Blanco aún guarda en el cajón otro asunto espinoso para el que reclama un debate público. Se trata del pago por el uso de las infraestructuras. Algo que, por sus palabras, parece inevitable, pues entiende que «si somos capaces de hacer un planteamiento de ingresos, podemos empezar a revertir la situación, y pasar del negro al gris». Un nuevo reto frente a la ciudadanía, que en época de crisis no quiere ni oír hablar de aflojar el bolsillo para circular con su coche por una autovía que hasta ahora siempre ha sido gratuita.