EE UU controlará a las empresas que importen minerales de el Congo
NUEVA YORK.Actualizado:Son peor que los diamantes ensangrentados que popularizó Leonardo DiCaprio, porque cada día nos los llevamos a la oreja sin saberlo. En la batería del móvil, en el ordenador, en los videojuegos o incluso en el equipo médico que nos salva la vida está el sufrimiento de medio millón de mujeres violadas en Congo y seis millones de muertos. Por primera vez un país ha decidido forzar a sus empresas a mirar la realidad de lo que trafican.
La primera ley de minerales de conflicto ha sido aprobada silenciosamente en EE UU junto con la muy laureada reforma financiera que cambiará las reglas de Wall Street. Se encuentra enterrada en un capítulo llamado 'Provisiones Misceláneas', y fue introducida en el Congreso en abril del año pasado por el senador republicano de Kansas Sam Brownback, que paradójicamente ha terminado por votar en contra al oponerse a la reforma financiera. Con todo, su embate contra los minerales de conflicto ha sobrevivido y servirá ahora de base para otros países que estudian tomar medidas al respecto, pero que aún no se han atrevido.
En la cuna del capitalismo, y concebida por un senador conservador, no se podía esperar que pusiera trabas al libre comercio. Las empresas estadounidenses sólo estarán obligadas a presentar anualmente un informe a la Comisión de Valores revelando qué pasos han dado para rastrear el origen de los componentes minerales que llevan sus productos. La ley no impondrá ninguna multa a las que utilicen sangre congolesa, sino que las obligará a hacer pública esa información en su páginas de Internet para que los consumidores decidan. Algunas empresas confiarán en el descuido natural y la ceguera intencionada de los consumidores, pero se arriesgarán también a ser objeto de las campañas de grupos humanitarios dedicados a exponer este comercio irresponsable que tendrá nombres propios.
Como el de Noella, que a los 8 años de edad fue violada repetidamente durante dos semanas por un grupo de guerrilleros que la dejó desgarrada en cuerpo y alma. La fístula, que viene a ser el agujero en las entrañas que sufren muchas mujeres salvajemente violadas, la ha convertido en una paria desterrada por su familia y su comunidad por el mal olor de la orina y las heces que no puede controlar y le provocan infecciones. O como Honorata, violada entre alaridos por otro grupo de guerrilleros que la ataron boca abajo a un molino de agua. Son algunas de las historias que lleva a cuestas la activista Eve Ensler, autora de 'Monólogos de la Vagina', que denuncia sin descanso el feminicidio de Congo.