VETERANOS DE GUERRA

La gran virtud del Xerez es que siempre ha sabido rehacerse de las decepciones. Eso ha conformado en su entorno (afición, prensa y perímetro social de influencia) un cuerpo hecho a los contratiempos. En otras ocasiones aquí se expresó que para este nuevo proyecto «concursal» de ahorro total, se necesitaba a un mito, Gorosito, para animar el cotarro. Pero no pudo ser, para el argentino, como para su compatriota Federico Souza, la plata terminó siendo el problema. La plata y también cierto canguelo a pegarse el batacazo con una plantilla corta en el presupuesto. El nuevo Xerez ha comenzado la pretemporada sin las expectativas claras de luchar por el ascenso, con la permanencia digna en la categoría como principal supuesto. La plantilla se está componiendo de «veteranos de guerra» como es el caso del batallador José Mari (que nunca tuvo buena prensa y que es un luchador abnegado), Barber o la renovación de Antoñito y Redondo. En Segunda, donde todo es menos poético, un bloque experto es una garantía, y si no, miremos 30 kilómetros en dirección al Carranza. Y en cuanto al entrenador, es más inteligente juzgarlo por sus hechos aquí que por su trabajo anterior. Querrá reivindicarse aquí, y su trabajo será antes de psicólogo que de técnico, por la propia idiosincrasia de un club que vive de préstamo en unas instalaciones deportivas, y que no ha terminado de conveniar con su Ayuntamiento una relación por escrito, para intereses comunes (publicidad de Circuito o Aeropuerto en las camisetas, acuerdo con Consejo Regulador y Turismo...). Por eso, por reclamar el derecho a existir en el fútbol profesional, y con unas estructuras lo más aseadas posibles, es una temporada de inflexión, de saneamiento económico y de cimentación de la entidad en sí misma. Una temporada en la que el equipo siempre ofrecerá margen de mejora, y en la que tiene que ser el animador de la categoría, dejando el papel y la presión de favoritos al ascenso a otros clubes históricos, comenzando por el Real Betis.