Pretensiones incompatibles
Montilla debe entender que el recorte del Estatuto no puede sortearse con trampas
Actualizado: GuardarLa vacilante y contradictoria respuesta del presidente de la Generalitat, José Montilla, a la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el nuevo Estatuto catalán cubrió ayer una nueva etapa con la entrevista que mantuvo con el presidente del Gobierno. La reunión tuvo lugar horas después de que el PSC votase en el Congreso en contra de la resolución unitaria que el propio Montilla había inspirado en el Parlamento de Cataluña. Tras dos horas de encuentro, Montilla explicó a los medios que el motivo real de su visita había sido examinar conjuntamente las relaciones entre Cataluña y España, ya que a su entender la sentencia no es sólo un problema de Cataluña: «también es de España». Y la coyuntura exigiría que, cuanto antes, quienes tienen que hacer gestos, los hagan. Además, Montilla habría hablado con Zapatero de las dudosas medidas legislativas que pueden adoptarse para desarrollar algunos elementos del Estatuto. En su desorientación, Montilla no parece haber entendido que lo que el TC ha recortado es el ramaje soberanista del Estatuto, que no puede ser restituido por simple coherencia constitucional. El propio Tribunal sugiere, por ejemplo, que la ley del Poder Judicial podrá desarrollar la organización judicial de Cataluña, pero en modo alguno admitir un órgano equivalente al Consejo General. En consecuencia, Montilla se equivoca al alentar la idea de que puede avanzarse tramposamente en una dirección confederal, que la Carta Magna no admite. Por esta vía, el líder del PSC no hace más que alimentar el victimismo de los nacionalistas, que hablan de agravio cuando lo natural sería que reconocieran que sus pretensiones, alentadas también por Maragall, no son compatibles con la Constitución. La vicepresidenta primera condescendió ante los periodistas con la preocupación de Montilla, aunque dejó claro que el Gobierno «va a respetar lo que dice el Constitucional». «Pero siempre hay un margen», añadió. Nada, en fin, que halague a los nacionalistas; y un nuevo elemento de confusión para la clientela natural del PSC, que sigue sin entender seguramente esta absurda deriva identitaria que desfigura el socialismo catalán.