¿Libre opinión?
DIRECTOR DEL CENTRO UNIVERSITARIO SIERRA DE CÁDIZActualizado:Hace unos días don Manuel Ruiz Torres, afirmaba en un artículo de opinión en La Voz que «la polémica de adscribir a la UCA una Escuela privada de Enfermería en la Sierra, en lugar de haberse quedado en una cuestión técnica, ha derivado en un problema político», para después repetir todo el rosario de letanías aprendidas del rectorado de la UCA que trata de justificar estérilmente la injusticia cometida con la Sierra y la Fundación Pascual. El Señor Torres, en solidaridad con el rector de la UCA, azuza la polémica con un panfleto denotativo alejado de la literatura, en el cual se rasga las vestiduras por la libertad, que él sin vergüenza alguna llama «desparpajo», de los que criticamos radicalmente la decisión impulsada por el rector de negar la adscripción de la Escuela Universitaria de Enfermería de la Sierra. Con ello ignora que nuestra crítica severa y sin paliativos a esta decisión lo es porque podemos demostrar que sí cumplíamos con los criterios técnicos y de calidad para formar parte de la Universidad gaditana, y que, en contra de su opinión, no le negamos a la UCA su derecho de decidir si nuestro proyecto cumple los requisitos de necesidad y de calidad de la enseñanza, ni de aprobarlo o rechazarlo; nosotros, simplemente, hablamos desde el pleno conocimiento de que las cosas no se han hecho de acuerdo a las reglas del juego que la Universidad tiene establecidas para estos temas, porque los profesionales que durante mucho tiempo hemos trabajado concienzudamente para hacer realidad este proyecto de enseñanza universitaria, que se va a desarrollar en los más de 3.000 metros cuadrados diseñados, construidos y equipados específicamente para este fin en Villamartín, sabemos que sí cumplimos sobradamente con las reglas técnicas y de calidad docente de la UCA, y que poseemos la capacidad hospitalaria necesaria, que otros no tienen, para los servicios de la formación práctica de los estudiantes que se matriculen en nuestra escuela; ambas cosas han sido reconocidas por su nivel de excelencia en la Universidad de Portugal, Fernando Pessoa, para la impartición del título de grado de enfermería.
Quizás el señor Torres se considere obligado con el rectorado de la UCA porque es de bien nacidos ser agradecidos, y sin duda con su opúsculo lo trata de ser el autor de la 'Agenda Cultural de la UCA: Un capital de quince años', su libro con fotografías lujosísimamente editado que en 2007 fue regalado por la UCA a los gaditanos en un número de ejemplares que desconocemos, al igual que lo sería al año siguiente su otro libro de relatos 'Exploraciones' a todos los alumnos de nuevo ingreso de la Universidad; pero esta lealtad al rectorado no le da ni título, ni mucho menos conocimiento de lo que está pasando, para acusar a nadie de difamación.
El señor Torres no tiene ni la información ni la formación suficiente sobre el tema, y si la tiene, entonces, falta a la verdad con su argumentario a favor de la decisión del rector, que de repente se convierte en analista de las necesidades de profesionales sanitarios, tendría que explicar por qué se calló y no dijo nada de lo que ahora dice, «de un diez por ciento de enfermeros en paro, además de los diez mil diplomados que han emigrado a otros países europeos», cuando hace tan sólo unos meses, para justificar la adscripción de la Escuela Privada de Enfermería Salus Infirmorum en la Memoria del Título de Grado de Enfermería de la UCA don Diego Sales, firmaba y manifestaba literalmente, lo siguiente:
«La demanda de alumnos al Grado de Enfermería es superior a la oferta que presentamos».
«En los últimos años, el número de inscripciones supera ampliamente la oferta de la Universidad».
«La previsión futura de demanda de atención enfermera crecerá en la misma medida en que continúe aumentando la demanda de profesionales sanitarios en general».
«La escasez de profesionales de enfermería en los países desarrollados representa un desafío para la atención sanitaria».
Si al señor Torres le parece suficiente para justificar la decisión contra la Escuela Universitaria de la Sierra, el 'Estudio de necesidades de profesionales sanitarios en Andalucía 2009-2039 de la Consejería de Salud', que, según él, «dice claramente que no existe déficit de profesionales en esta área asistencial», debería preguntar al rector por qué entonces escondió este estudio al Consejo Social de la UCA para la adscripción de la otra escuela privada de Cádiz capital. El señor Torres ignora completamente la materia de la que ha escrito, quizás impulsado por su deseo de hacer méritos y animar a la UCA a seguir comprando sus libros para regalos, difama acusando sin pudor a los «políticos irresponsables que, por lo visto, están dispuestos a apoyar que haya sanitarios sin formación suficiente en los hospitales de la provincia», cuando todos los que tenemos una responsabilidad en la enfermería conocemos de sobra que ahora, con las actuales escuelas de enfermería, se diploman enfermeros con un déficit técnico importante, a los que luego en el trabajo es necesario tutelar y formar antes de hacerles responsables de la salud de los pacientes a costa de los recursos de los hospitales, y que en esta formación también nuestros centros se han ganado una marca de prestigio, como recientemente les ha reconocido la Agencia de Calidad de la Junta de Andalucía. Señor Torres, desde la Plataforma ciudadana de la Sierra me reiteran su valoración de que, efectivamente, los miembros del Consejo Social de la UCA que votaron contra la adscripción opinaron conociendo sólo la versión del rector, mientras que los que se habían preparado la reunión escuchando la otra visión del asunto expuesta por los portavoces de este colectivo, votaron en contra de lo que mandó don Diego Sales el 4 de abril.
En fin, señor Torres, por las cosas que ha dejado escritas en su opúsculo sabemos que usted, igual que la gente del rectorado, no comparte lo que un día escribió don José María Maestre, catedrático de la UCA, refiriéndose a Don Diego Sales, que « lo realmente insano para la UCA es la confusión por parte de sus dirigentes de lo personal con lo institucional», y que «en la democracia, las personas que ostentan los cargos públicos reciben críticas frecuentes, sin que por ello se derrumben los cimientos de las instituciones, sino que, por el contrario, éstas acaban fortalecidas a la postre. Es más, si examinamos bien el asunto, en ninguna otra institución cabría esperar más la crítica que en la propia Universidad. Una Universidad sin crítica o sin derecho de réplica es sencillamente una Universidad muerta». Alarma que una persona que se dice poeta le tenga tanta inquina a la libertad de imprenta por descubrir, entre otras cosas, a los que están patrimonializando la UCA.