LA VIDA SIGUE

Hace hoy una semana Iker Casillas se levantaba de la cama después de haber compartido mesa y mantel con sus compañeros y 'pegarse' unos cuantos bailes junto a su novia, la ya archiconocida Sara Carbonero, para culminar una celebración de órdago a orillas del río Manzanares, en la que el protagonista fue Pepe Reina y el 'santo' pasó de besos y se centró en su papel más protocolario. La selección acababa de aterrizar en España como campeona del Mundo y parecía que no existía otra cosa más en el planeta. Nada más importaba. El pueblo era feliz.

Han pasado sólo siete días y la vida sigue. La selección de fútbol es campeona del Mundo, los jugadores se han repartido 600.000 euros por 'barba' y Pedro Cortés se ha llevado un salivazo de Gerard Piqué en medio de tanta algarabía, pero la vida sigue. Pobrecito, estaba eufórico el central del Barcelona y hay que perdonárselo todo. Al fin y al cabo la educación y el respeto son valores que deben tener los mortales y no las estrellas del balompié mundial, ¿no?

La vida sigue, y mientras algunos trabajamos, otros lo intentan a toda costa (muchos por desgracia) y otros tantos hacen encaje de bolillos parar disfrutar de sus vacaciones a un módico precio, el Mundial de fútbol parece haber pasado ya a un segundo plano.

Ahora ya importan Di Maria, Guardiola, Mourinho, Thiago Silva o Filipe Luis. Las gestas de Contador y de la armada del motociclismo se abren paso entre los guantes de Casillas y el gol in extremis del gran Andrés Iniesta. Y es que el mundo del fútbol se mueve en las distancias cortas y tiene escasa memoria. Seguro que el verano que viene cuando nos acomodemos en la tumbona y empecemos a discutir de fútbol nos cuesta acordarnos dequé selección salió campeona del Mundo en Sudáfrica. Porque el éxito es tan próspero como poco duradero, aunque la estrella en el pecho de la elástica española ya no se la quita nadie.