Obama templa las aguas en el Golfo
El presidente de EE UU recibe con cautela el anuncio del próximo fin del vertido de petróleo que pronostica BP
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarAntes de partir hacia Maine para un ansiado fin de semana familiar, Barack Obama optó ayer por improvisar una rueda de prensa en La Rosaleda de la Casa Blanca para templar los ánimos de quienes daban por cerrado el vertido del Golfo de México. La víspera, BP había logrado por primera vez en tres meses detener el fluido de petróleo, pero con una solución interina que no sabe si podrá mantener.
«Uno de los problemas de tener esa cámara ahí abajo es que cuando deja de salir petróleo todo el mundo piensa que ya está hecho, y no es verdad», sermoneó el presidente. «Ésa es parte de la razón por la que quería hablar, porque hay muchas noticias en los medios que parecen indicar que, bueno, a lo mejor ya lo hicimos. Y no lo habremos hecho hasta que haya una solución permanente. Vamos en esa dirección, pero no quiero que nos adelantemos».
Sorprendía tanta cautela cuando él mismo reconocía que había cosas que celebrar. La nueva válvula de contención es la primera que logra detener completamente la fuga de petróleo que dejó abierta el hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon el 20 de abril tras una serie de explosiones. Han sido 87 días de vertido continuo a razón de unos 60.000 barriles diarios, que algunos expertos elevan a 100.000.
Lo que temen ahora los expertos es que al no poder escapar hacia el mar, el crudo se filtre hacia las capas submarinas provocando un problema aún mayor. Por eso los ingenieros monitorean continuamente la presión. Si baja, será señal de que hay filtraciones. Si sube demasiado, puede provocar una explosión.
En función de ello, el Gobierno decidirá si tiene que reabrir la válvula, pero en cualquier caso ahora tiene un nuevo instrumento que le permitirá controlar el escape y como mínimo cerrarlo cuando se acerque un huracán. «Incluso si resulta que no podemos mantener la válvula y cerrar completamente el pozo, lo que nos permite es adaptar otros mecanismos de contención que puedan bombear más crudo a barcos y evitar que se derrame en el Golfo», explicó el mandatario americano.
Ahora los buques estacionados en la zona del desastre recogen 20.000 barriles diarios, una cifra que puede ascender a 80.000 con el nuevo sistema, lo que debería suponer la práctica totalidad del vertido.
La única solución que los científicos creen definitiva es la perforación de un pozo alternativo, un trabajo que puede finalizar a mitad de agosto si los fenómenos meteorológicos no lo demoran. «Por el momento van ligeramente por delante de lo previsto, pero el problema es que no se trata sólo de perforar hasta abajo, sino de conectarlo hacia arriba, lo cual es una operación delicada que lleva su tiempo», explicó Obama.
Noche en blanco
Los científicos se habían reunido durante la noche anterior y al amanecer para analizar los resultados de las pruebas que se realizan por intervalos de seis horas, arrojando un primer veredicto de optimismo. Según el vicepresidente de BP, Kent Wells, la presión dentro del pozo «sellado como una botella de soda» sube de forma constante, lo que indica la ausencia de las temidas fugas submarinas. En este caso cuanto más duren las pruebas, mejor serán las noticias, porque en cuanto se perciban indicios de escapes habrá que dejar salir el petróleo.
«Estoy encantado de que no salga petróleo, pero acabamos de empezar las pruebas y no quiero dar falsas expectativas», advirtió el ejecutivo. «Durante los casi 90 días de este desastre medioambiental todos hemos puesto nuestras esperanzas en ver la imagen de agua limpia en vez de los borbotones de petróleo», admitió Obama. «Pero tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que estamos tomando acciones prudentes, y no sólo buscando soluciones de corto plazo que más adelante deriven en problemas mayores».
Ayer la cámara submarina que vigilan todos los estadounidenses a través de sus pantallas de televisión ofrecía la imagen de aguas azules con pequeñas burbujas blancas flotando alrededor. La cuestión es por cuánto tiempo.