Sociedad

Shyamalan se pasa al 3D

El director de 'Airbender, el último guerrero' ha rodado en un sistema que, espera, sólo sea «una moda pasajera»

MADRID. Actualizado: Guardar
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Las dos hijas le hablaron a su padre de unos dibujos animados a los que se habían aficionado. El progenitor, M. Night Shyamalan, director de 'El sexto sentido', 'El protegido' y 'El bosque', decidió un día sentarse con ellas para ver la serie que tanto las fascinaba. Se quedó sorprendido por la historia y decidió que quería hacer una película sobre 'Avatar', los dibujos creados por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. Pero también tomó otra decisión: hacerla en 3D. De esta manera nació 'Airbender, el último guerrero', protagonizada por los casi desconocidos Noah Ringer, Jackson Rathbone, Nicola Peltz y Dev Patel, el protagonista de 'Slumdog Millonaire'.

La película, que se estrena el 6 de agosto, es el primer capítulo de una historia de tres partes y muestra un mundo desolado. La Nación del Fuego quiere dominar a las tribus de Aire, el Agua y la Tierra gracias a sus máquinas mortíferas y a su mayor número de ejércitos. En un pequeño pueblo del Agua, Katara (Nicola Peltz) intenta controlar los secretos de elemento líquido para convertirse en una maestra. Su hermano Sokka (Jackson Rathbone), en cambio, desea convertirse en un gran guerrero. Cuando están de caza descubren a un niño metido en una urna de hielo. Es Aang (Noah Ringer), el último maestro del Aire y es el único ser humano capaz de dominar los cuatro elementos. Pero de sus existencia también se entera el heredero al trono del Fuego, el príncipe Zuko (Dev Pavel) que inicia una persecución en su busca.

Unos ingredientes para una película de aventuras, entre la estética oriental y occidental, y muy alejada de los clásicos parámetros del director de Filadelfia. «Es un lado distinto. Hay temas, como la naturaleza o los personajes, muy míos», se defendió el realizador, que confesó que tuvo que rebajar un poco el tono oscuro habitual de sus creaciones para que la película fuera apta para todos los públicos. «Quería hacer algo parecido a 'La guerra de las galaxias' o 'El señor de los anillos', y esta película no es que sea igual, sino que más bien es un primo, con sus rasgos particulares. Para mí es emocionante tener la oportunidad de hacer algo tan diferente».

Sin embargo, el mayor reto del director fue grabar en tres dimensiones. «Al principio era escéptico. Lo veía como una carga», confesó. Luego, en cambio lo consideró una gran herramienta para lograr una mayor profundidad en los planos y acabar de esta manera con el 'blocking' o el lugar dónde se colocan los personajes.

Un invitado querido

Además, Shyamalan indicó que es complicado grabar planos panorámicos en formato estereoscópico porque «siempre hay un momento en que la imagen se diluye» y que su uso no se va a generalizar a todos los géneros. «No veo mis 'thrillers' en 3D. Pero sí en cambio sirve para las grandes producciones», apuntó. «Rezo para que este sistema sea tan sólo una moda pasajera. ¿Cómo se podría hacer en 3D 'Alguien voló sobre el nido del cuco'? Espero que eso no ocurra jamás».

Con 'Airbender, el último guerrero', Shyamalan se ha ganado un poco más el cariño de sus hijas. «Creen que soy el mejor del mundo, aunque mi mujer no está tan contenta», bromeó ante la prensa. Sigue viviendo en Filadelfia, adonde se trasladó su familia desde India cuando él apenas tenía ocho años. Esta distancia no le impide mantenerse al tanto de lo que pasa en Los Ángeles. «En Hollywood me siento como un invitado querido, que se siente bien recibido. Me gustaría estar más en sus mentes (las de los productores) y no que me conozcan sólo por lo que digan los medios de comunicación».

Los siguientes proyectos están atados a los designios de Paramount. Si quiere, Shyamalan rodará los otros dos capítulos de la historia. «Será cada vez más oscura. Es más dura», vaticinó.L a crítica estadounidense ha sido demoledora con la película, pero el cineasta se muestra entusiasmado con el resultado final. «Siempre tiene que haber algo negativo y para mí son los críticos. Es como si quisieran formar parte de la historia y gritan para ver si así lo consiguen».