Las almadrabas gaditanas aspiran a la distinción de Bien de Interés Cultural
La Junta inicia la tramitación del expediente, que deberá contar con el respaldo de los ayuntamientos de Conil, Tarifa y Barbate
Actualizado:Las almadrabas podrán contar, en unos años, con un reconocimiento que pondrá en negro sobre blanco una historia y un potencial cultural y sentimental de siglos.
La Junta ha iniciado formalmente la tramitación del expediente para la declaración de este arte milenario y artesanal de pesca del atún rojo, como Bien de Interés Cultural especialmente protegido.
A petición del propio sector, avalado por las cofradías de pescadores, los grupos de desarrollo pesquero de la zona, y los propios profesionales, las almadrabas podrán contar con una distinción que reconozca a partir de ahora todo lo que han defendido desde siempre.
«Nosotros somos un arte completamente sostenible, completamente artesanal y milenario. Esta afirmación, repetida hasta la saciedad por los responsables de la Organización de Productores Pesqueros de Almadraba que representan los intereses de los cuatro caladeros gaditanos de Tarifa, Barbate, Zahara y Conil, y que ahora cobra un sentido tremendo.
Precisamente en esas características particulares está la fuerza de esta pesquería. Y es que los caladeros a pocas millas de la costa gaditana que sobreviven a la campaña mediática y ecologista para la conservación del atún rojo, lo hacen a base de labrarse una imagen de pesca artesanal.
Por la tarde de ayer este medio se puso en contacto con Marta Crespo, gerente de la OPP-51 de almadrabas, que reconoció el interés de las mismas por ser reconocidas por la Consejería de Cultura. «Hace algo más de un año que lo solicitamos, pero de momento no hemos tenido respuesta oficial», explicaba. Lo cierto es que la Junta ha comenzado a mover su maquinaria, después de que se haya producido la petición y la adhesión de varios colectivos vinculados al mar en Barbate y Conil.
Modo de vida artesanal
Un papel fundamental en la concesión de dicha distinción lo tendrán los diferentes consistorios de las localidades donde se asientan los cuatro caladeros.
Todos esos Ayuntamientos ya han mostrado públicamente en los últimos meses de crisis y incertidumbre para el sector, su apoyo a una arte «milenario», que genera casi medio millar de puestos de trabajo directos en la provincia, y tiene un movimiento económico indirecto también muy importante.
Con la amenaza de la reducción de capturas pendiendo sobre la rentabilidad para las empresas que explotan los caladeros, las almadrabas se aferran a su carácter artesanal y tradicional para subsistir.
Esta premisa también ha sido defendida ante foros internacionales, como la Comisión para la Conservación del Atún Atlántico (Icaat), por las administraciones autonómica y estatal españolas.
Incluso, la constitución de una Plataforma en defensa de las almadrabas a nivel municipal contribuyó a que la opinión pública tomase conciencia de la labor social y cultural que tienen, más allá de la mera pesca, las almadrabas.
Como se han cansado de repetir los responsables del sector, esta pesquería es «un signo de identidad y la cultura de un pueblo». Baste señalar que ya los fenicios, griegos o cartagineses usaban un sistema de pesca que se ha mantenido prácticamente inalterado hasta hoy.