Zapatero apela al «esfuerzo colectivo» para sacar a España de la «encrucijada»
«Hemos de tomar conciencia de que si queremos prosperidad hay que ser más productivos», advierte el presidente
MADRID.Actualizado:Un llamamiento a la Nación ante una situación de emergencia. El discurso de José Luis Rodríguez Zapatero en el debate político del año se resume casi en eso. Esta vez no hubo intentos de maquillar ni enmascarar un panorama crítico. El presidente del Gobierno estuvo más cerca del 'sangre, sudor y lágrimas' de Winston Churchill de lo que nunca habría cabido esperar en alguien que, hasta ahora, había cifrado su carrera política a su capacidad de generar ilusión. «España -advirtió- se encuentra en un momento crucial para su bienestar y su futuro».
Si cada Debate sobre el estado de la Nación desde que Zapatero es presidente había sido eclipsado por una medida estrella ayer se rompió la norma. La novedad fue, justamente, el hecho de que el jefe del Ejecutivo renunciara de forma evidente a los fuegos de artificio para presentarse como un líder consciente de las dificultades que atraviesa su país, con un tono próximo al de las clásicas comparecencias televisivas de gobernantes de otras latitudes.
El Gobierno, con el propio Zapatero al frente, pasó todo 2009 negando que fuera necesario construir algo semejante a los históricos Pactos de la Moncloa de 1977, cuando el Gobierno optó por una política de concentración y se sentó con todas las fuerzas parlamentarias para pactar una serie de medidas poco populares para hacer frente a la grave crisis económica que amenazaba el orden institucional. Este 14 de julio situó, en cambio, a España ante un momento clave, un punto de inflexión en la Historia.
«La crisis nos ha situado en una encrucijada -dijo- en la que confluye el reto de la globalización económica con la transición de nuestro propio modelo productivo; tenemos que culminar esta transición cuanto antes porque de eso va a depender nuestro bienestar, el de ahora y el de las próximas décadas». Tampoco es que ofertara pactos. No se descolgó con la propuesta de crear una comisión negociadora. Eso lo hizo en debates previos con parcos resultados. Hoy apeló al «esfuerzo colectivo» .
«Hemos de tomar conciencia de que, si queremos prosperidad, hay que ser más productivos; de que, si queremos empleo, tenemos que dotarnos de un mercado laboral que funcione mejor; de que, si queremos políticas sociales, hace falta disponer de ingresos y capacidad presupuestaria para financiarlas», subrayó. No lo planteó como propuesta de parte, sino como verdad incontestable que requiere de la «responsabilidad» de todos. «Esta -insistió- es una tarea de país, un reto de país, una ambición de país. Y, como tal, tenemos que interiorizarla».
El presidente del Gobierno evitó golpes de efecto porque lo que busca es impregnarse de credibilidad. Tras el giro brusco emprendido hace dos meses con las medidas de ajuste del déficit -rebaja del sueldo de los funcionarios, congelación de las pensiones, recorte a la inversión pública- y tras la rectificación de facto que supuso su propuesta de reforma laboral, necesitaba apuntalar la idea de que ahora tiene un rumbo claro, de que esta vez, sí que sí, no habrá nada que lo cambie.
Nuevos recortes
Por eso dedicó el grueso de su discurso a desgranar su ya conocido programa de reformas estructurales -la laboral, la del sistema financiero, la de las pensiones y la ley de economía sostenible, cuya tramitación está paralizada desde hace meses- y por eso prometió que hará todo lo necesario para cumplir el compromiso de reducir el déficit hasta el 3% en 2013. Y que no le temblará el pulso si, de nuevo, tiene que aplicar la tijera. «Corregiremos cualquier desviación que se produzca respecto de los objetivos de consolidación fiscal fijados en cuanto el riesgo sea detectado», avanzó.
En cualquier caso, la intervención de Zapatero no fue catastrofista. Afirmo que España ya ha empezado a crecer y que «se están reduciendo con relativa rapidez algunos de los desequilibrios que había ido acumulando nuestra economía». También recordó que España ya ha vivido y superado antes momentos difíciles, entre ellos, la Transición y la entrada en el euro. «La confianza en nosotros mismos no es una cuestión de fe, es una cuestión de memoria», alentó.
Tuvo que hacer una obligada referencia también a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el 'Estatut'. En su afán de sosegar el debate abierto por las fuerzas políticas catalanas y de coser la grieta abierta con el presidente de la Generalitat, José Montilla, reiteró su disposición a desarrollar aquellos aspectos de la norma catalana que han sido declaradas inconstitucionales «no por razones de fondo, sino del tipo de norma apto para regularlos», como el consejo autonómico de justicia.
La medida de lo importante que es este asunto para Zapatero está en que empleó tres páginas de la parte inicial de su discurso a abordarlo. Y que en su primera réplica a Rajoy fueron muchas las críticas a la oposición por el modo de su campaña en contra del nuevo autogobierno de Cataluña.