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Rajoy pide elecciones anticipadas para terminar con «este calvario»
El líder del PP intentó evitar a lo largo de su discurso que el debate se centrara en el 'cuerpo a cuerpo' con su rival y en el 'Estatut'
MADRID. Actualizado: GuardarEl PP cambia el paso. Mariano Rajoy encauzó hoy meses de críticas al Gobierno y tibias peticiones sobre la necesidad de que el PSOE cambiara de líder en un único mensaje: un adelanto electoral basado en la convicción de que España sólo recuperará crédito internacional cuando Zapatero abandone la presidencia.
Rajoy ha ido más allá de lo que fue José María Aznar en 1995, cuando acuñó el '¡váyase, señor González'. Emplazó de forma clara y directa, al presidente del Gobierno a disolver el Parlamento y a convocar elecciones. Y lo hizo en el Congreso y frente a Zapatero, es decir, en el lugar idóneo y con el rival adecuado.
El jefe del principal partido de la oposición sustentó este reto en dos certezas propias: la desconfianza que genera el presidente del Gobierno ante sus «bandazos» en política económica y en el «travestismo político» del secretario general del PSOE que habría «traicionado» el programa electoral con el que concurrió a los comicios generales de 2008. El jefe del principal partido de la oposición intentó convencer a Zapatero de que sin confianza se puede mandar, ordenar e incluso imponer voluntades, «pero lo que no se puede es gobernar».
Rajoy intentó adelantarse a la réplica de Zapatero y negó los «afanes electorales» que le atribuyen los socialistas. Al hilo de esta reflexión ironizó: «Lo que a mí me conviene es que usted agote la legislatura en ese asiento». Un posicionamiento aparentemente contradictorio con el anhelo de elecciones. «Lo que ocurre es que no hablamos de lo que me conviene a mí, sino de lo que le conviene a los españoles», remachó en forma de filigrana.
El número uno del PP calificó de «injusto» afirmar que el PP no arrima el hombro o que desdeña las ofertas de pactos del Ejecutivo, dos de las principales maniobras de defensa del Ejecutivo socialista. «¿El presidente no comprende que no es posible acompañarle en el afligido peregrinaje de sus contradicciones?», apostilló para regocijo de la bancada popular.
El líder del PP, se puso los galones de alternativa, pero eludió detallar sus propuestas de gobierno desde la certidumbre, expresada en la víspera del inicio del Debate del estado de la Nación, de que hoy se examinaba el presidente del Gobierno y no él.
Rajoy, eso sí, dejó claro que su formación, en contra de la «desidia» del PSOE, representa una opción que no se resigna a que 4,5 millones de españoles esté sin empleo ni que el país padezca un 33% de fracaso escolar o que un importante segmento de la población viva en el umbral de la pobreza.
Rajoy hurgó en las idas y venidas del Gobierno en materia económica. De hecho, empezó su primera intervención citando literalmente algunas «perlas» de lo que afirmó Zapatero hace justamente un año en este mismo foro. Recordó que el presidente prometió no tocar el gasto social, ni el sueldo de los funcionarios, ni las pensiones ni la legislación laboral. «Y ha hecho justamente - dijo- todo lo contrario».
La intervención matinal de Zapatero no varió mucho el discurso que traía escrito Rajoy que, esencialmente, perseguía como objetivos principales: certificar que el proyecto de Zapatero estaba agotado, la convocatoria de elecciones como el mejor antídoto contra la crisis, evitar un 'cuerpo a cuerpo' con Zapatero en que restará protagonismo a la llamada a las urnas e intentar que la discusión no se centrara en la sentencia del 'Estatut', cuestión espinosa para el PP, sobre todo de cara a posibles alianzas electorales en Cataluña.
No obstante, la importancia de la cita invitaba a tratar la cuestión catalanista de algún modo. Optó por intentar convertir reducir la controversia a un nuevo «engaño de Zapatero». Rajoy entiende que el presidente mintió a los catalanes cuando les prometió que aprobaría cualquier Estatuto que viniera del 'Parlament' e hizo lo mismo con los españoles al aseverar que el articulado catalán «estaba limpio como una patena» y «libre de cualquier contaminación inconstitucional».
Todos los caminos llevaron este miércoles a Zapatero a un mismo sendero. El del relevo vía sufragio popular. La moción de censura no se contempla, sencillamente porque no cuentan con apoyos suficientes. Los populares aseguran que si algún otro grupo la plantease y se desbancara al PSOE, lo primero que haría el PP es convocar o proponer elecciones. Su jefe de filas, mientras tanto, empleo la atalaya de la principal cita política anual para abrir brecha. «¿Qué estamos discutiendo, señorías? ¿El futuro de la nación, el futuro del señor Rodríguez Zapatero o las dos cosas al mismo tiempo?», interpeló retóricamente el presidente del PP. Y, obviamente, traía preparada la respuesta. Los problemas de España sí tendrían solución, pero lo de Zapatero, no.