Para nuestros hijos, nietos...
Actualizado:Disfrutamos a lo largo de nuestra existencia de millares de especies de tierra, mar y aire, de amables personas ilusionadas, algunas con suerte, otras que, por necesidades, se ven obligadas a realizar trabajos indeseados. Pero todos deberíamos ser ecologistas para transferir a nuestros descendientes las hermosuras legadas por ese Arquitecto universal para nuestro goce. Nos corresponde interesarnos por la conservación del medio ambiente, concienciarnos de ello y respetar el ya maltrecho planeta. A este paso devastador, no quedará nada extraordinario para nuestros descendientes, ¿verdad? Al menos permanecerán las memorias históricas en hallazgos arqueológicos subterráneos y subacuáticos. Nuestra historia es tan rica y sorprendente que levanta celos en medio mundo, estamos obligados a mostrarla al público para no perderla. Para ello hemos de respetar y conservar los ricos legados de nuestros ancestros. El turismo cultural no se fomenta en Jerez. Tenemos bellos edificios monumentales que se caen a pedazos por falta de rigor histórico-cultural y no podemos mirar a otro lado cuando se ven las rajas centenarias del Real Convento de Santo Domingo. Por desamor a la cultura y a la conciencia de nuestra historia, la gran ciudad de Jerez, que posee un excelente Museo Arqueológico, lo cerró a cal y canto. En 1962 nuestro museo había conseguido, por orden ministerial, el título de Museo. En 1993 se inauguró en plaza del Mercado pero años más tarde se le puso el cartel de cerrado. Jerezanos y foráneos no se conforman con museo de belenes o de la Atalaya, Jerez quiere su Museo Arqueológico para albergar, exponer y presumir de su propia milenaria historia. Si mi amigo, el experto arqueólogo Manuel Esteve Guerrero (1905-1976) levantase la cabeza, moriría otra vez al percatarse de tal abandono. La gran ciudad de Jerez de la Frontera, sigue sin reclamar tantas obras de arte nuestras «prestadas», como aquel auténtico jarrón nazarí (S.XIV) hallado en 1927 en el Monasterio de la Cartuja, que en 1930 fue trasladado al Museo Arqueológico de Madrid. Seríamos campeones en cultura y empleo si mimáramos más lo nuestro.