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Los cargamentos de ayuda humanitaria son introducidos en las bodegas del 'Al-Amal' ('Amalthea') en el puerto griego de Lavrio. :: AFP
MUNDO

La tensión regresa a las costas de Gaza

La Marina hebrea espera en máxima alerta la llegada de un barco libio con ayuda humanitaria para la Franja

LAURA LÓPEZ CARO CORRESPONSAL
JERUSALÉN.Actualizado:

Ya lo dijo el veterano líder de Hamás en Gaza Mahmud al-Zahar: cuando acabara el Mundial, volverían de nuevo las flotillas. Lo que está de camino es un solo barco -el 'Al-Amal' (botado como 'Amalthea'- fletado por una organización libia presidida por un hijo del líder libio, Muamar Gadafi, y que el sábado partió de Grecia sin esperar siquiera a la final de Sudáfrica y que anoche se encontraba a 240 kilómetros de las costas palestinas. Sobre lo que hay una confusión absoluta es sobre si el carguero intentará romper el bloqueo de la Franja -como ayer insistía en confirmar la ONG patrocinadora en su página web- o si aceptará finalmente atracar en el puerto egipcio de Al-Arish y entregar allí sus 2.000 toneladas de ayuda humanitaria.

Al cierre de esta edición, la Marina judía filtraba a la prensa de Tel Aviv una presunta comunicación por radio del capitán del 'Al-Amal' ('Esperanza') en la que, al parecer, anunciaba que esa última opción sería la elegida, y que el pasaje compuesto por quince activistas tendría que aceptar sus órdenes. Fechas atrás, el jefe de la tripulación había asegurado todo lo contrario, ratificándose en que su destino sería siempre Gaza.

No obstante, según fuentes de la fuerza naval judía, el verdadero rumbo no se conocería hasta alrededor de la pasada madrugada, cuando se cree que la embarcación podría aproximarse a las aguas palestinas. «La Marina ha comenzado los preparativos para detener el buque si trata de sobrepasar la línea de embargo», aseguraba por la tarde un oficial a la agencia AFP, y lo hacía después de que las autoridades israelíes negaran haber amenazado al carguero con un abordaje si no cambiaba su rumbo antes de la pasada medianoche y desistía de llegar a la Franja.

Israel se esforzaba por difundir la idea de que no busca una confrontación ni un choque violento, como el que el 31 de mayo dejó nueve civiles muertos a bordo del 'Maví Marmara', de patrocinio turco. Por lo que pudiera pasar, hay órdenes del Ministerio de Exteriores de Tel Aviv de que cualquier acción se emprenda lo más cerca posible de la zona de exclusión marítima para evitar así las aguas internacionales.

En busca de una salida diplomática, el Gobierno de Benjamin Netanyahu ha intensificado estos días las conversiones con Grecia, la Italia próxima a Libia y Moldavía -bajo cuya bandera navega el 'Al-Amal'-, para intentar que el buque acceda a entregar su ayuda en el puerto israelí de Ashdod o en Al-Arish, desde donde sería trasladada a Gaza previo control de seguridad. Con todo, el hecho de que el primer ministro judío pospusiera ayer la visita que tenía prevista para hoy al presidente egipcio, Hosni Mubarak, sugiere que hay motivos para la alerta.

Investigación

Por otra parte, según varias agencias, Netanyahu, su ministro de Defensa, Ehud Barak; y el responsable del Ejército, Gabi Ashkenazi, deberán comparecer en agosto ante la comisión israelí que investiga el asalto a la 'flotilla de la libertad'. Así lo indicó ayer un comunicado remitido a los medios por la Comisión Turkel, creada para analizar lo sucedido en el abordaje militar el pasado 31 de mayo.

El Tribunal Supremo hebreo amplió también ayer los poderes de esa comisión de carácter civil tras un acuerdo con los demandantes de Gush Shalom (Bloque de la Paz), una plataforma pacifista hebrea que solicitó que se permitiera a los investigadores citar a oficiales militares y otros testigos del suceso.

El Gobierno ya aprobó a principios de este mes conceder permiso a la comisión interna para que se pueda convocar a testigos y tomarles declaración bajo juramento. No obstante, mantiene sus principales limitaciones: su objetivo sigue siendo «aclarar» los hechos -no atribuir responsabilidades a los políticos y militares que tomaron las decisiones- y sus dos observadores internacionales -el norirlandés David Trimble, premio Nobel de la Paz, y el canadiense Ken Watkin, ex fiscal general del Ejército de Canadá- no tienen derecho a voto.