El niño soldado prefiere Guantánamo
Omar Khadr, recluido en la prisión cubana desde los 15 años, rechaza una oferta para rebajar su condena si se declara culpable
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarBoicot no era una palabra que Omar Khadr tuviese en su vocabulario cuando su padre le sacó del colegió de Toronto a los diez años y le llevó a Pakistán. Eso se refleja en la caligrafía infantil que leyó el lunes al juez de la comisión militar de Guantánamo, cuando tuvo que echar mano a esa palabra que ni siquiera sabe escribir para decirle que planea boicotear un juicio que no considera justo.
Como él mismo reveló, el Ejecutivo estadounidense le ha ofrecido una condena de treinta años que sólo le obligaría a cumplir cinco más en la cárcel cubana antes de ser extraditado a Canadá. El llamado niño soldado dijo haber rechazado la oferta porque «le daría una excusa al Gobierno de EE UU para haberme torturado y abusado de mí cuando era niño». Su abogado canadiense, el único con el que se sigue comunicando, simplificó la carta infantil: «No aceptará declararse culpable porque no lo es», atajó Dennis Edney. A los letrados estadounidenses les ha despedido, algo que deja el proceso en el aire.
Su detención data de ocho años atrás, cuando tenía 15. Su padre se lo había prestado a socios de Osama bin Laden como traductor de pastún en las montañas de Afganistán, un idioma que había absorbido con su cerebro de niño. Ese día los satélites interceptaron una comunicación entre altos mandos de Al-Qaida en una casa que fue bombardeada sin piedad hasta sepultar a sus seis moradores. Cuando los soldados se adentraron entre los escombros les recibió una granada que costó la vida a uno de ellos. La Fiscalía acusa a Khadr, entre otros cargos, de haber lanzado esa granada, pese a que estaba malherido bajo los escombros, con dos disparos en el pecho y ciego por la metralla.
Se trata de la primera vez que se acusa a un niño de crímenes de guerra desde los juicios de Núremberg. Si se le declara culpable en el juicio previsto para el 10 de agosto, Khadr será condenado a cadena perpetua, algo que en su opinión ocurrirá de cualquier modo, porque como dijo el lunes al juez de la comisión militar, «esto es una mascarada para hacer quedar bien al Gobierno de EE UU a los ojos del público», se quejó. «No pienso dejar que me utilicen para conseguir sus metas políticas. Ya me usaron demasiadas veces cuando era niño, por eso estoy aquí pagando por algo que no tenía más opción que hacer lo que me decían los mayores».
Se refería al vídeo que la Fiscalía proyectó en la sala durante su última comparencia, en la que aparece ayudando a los hombres a fabricar explosivos y enterrarlos en las carreteras de Afganistán. Basándose en esa cinta se le acusa de proporcionar apoyo material a terroristas.
Los interrogadores que han subido al estrado han confirmado que para obtener su confesión le amenazaron con enviarle a una prisión donde iba a ser violado repetidamente. Khadr también ha narrado una serie de torturas que pasan por privarle del sueño, infligirle dolor en las heridas y forzarle a posturas incómodas, entre otras. En su país natal, Canadá, el preso más joven de la infame prisión sólo podría haber recibido un máximo de cinco años si hubiera sido encontrado culpable de asesinato a los 15 años, pero en Guantánamo lleva ocho sin juicio.